Autoría de 3:10 am #Opinión, Víctor Roura - Oficio bonito • 4 Comments

Certezas y dubitaciones en la brújula de la cultura obradorista – Víctor Roura (I de V)

En la renovada Feria Internacional del Libro de Monterrey, ocurrida del 8 al 16 de octubre, hubo una intervención, acaso la mesa central de todo el evento (¡durante una conferencia de prensa, que es parte del mismo acto, a esos grados se dimensiona la figura intelectual de la protagonista!), de la escritora Elena Poniatowska donde salió a relucir, aún más, su descontento con la gestión obradorista al lanzar, resguardada —o acompañada— por funcionarios evidentemente opositores de la administración morenista, fuertes y enconadas acusaciones contra las decisiones de la actual administración federal en materia cultural levantando cierta ámpula en el sector al considerar dichas palabras una especie de reclamo al extraviar la novelista sus privilegios económicos, antes solventes de manera permanente: en los sexenios pasados no se había aireado, jamás, tal revuelo o reclamo por la indiferencia, siempre perenne, del funcionariato federal, de ahí mi interés por saber, de viva voz, los padeceres o los cuestionamientos de la clase creadora; pero quizás, dentro de la oscuridad emitida por Elena Poniatowska, haya nebulosos resplandores en aquellas ríspidas declaraciones, envueltas en la clásica aparente ingenuidad poniatowskiana (sobre todo cuando, apenas recientemente, la escritora fue festejada —con lujo de inmensa propaganda masiva oficial— el pasado mayo por su nonagésimo cumpleaños mereciendo espacios por doquier en el sistema radiotelecomunicacional del Estado mexicano). ¿Qué piensan los artistas, qué dicen de esta situación, cuál es su opinión? No de lo afirmado por la escritora sino, aprovechando la coyuntura, de la circunstancia cultural sin ánimo airado, con tiento reflexivo. Hice sólo tres preguntas a casi medio centenar de creadores que, gentilmente, han respondido con el indudable rubro del intelecto propositivo, no enfadado ni ideológico, que entorpece al diálogo abierto. Respeto hondamente el silencio de las y los que se abstuvieron de verter su opinión al respecto.

Designar para los puestos más altos a promotores culturales populares: Agustín Ramos

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa?

       Agustín Ramos, literato: Elena Poniatowska, como tantos artistas e intelectuales privilegiados, con o sin méritos, y no hay duda que ella los tiene, está convencida de que la Secretaría de Cultura de los Tovares y las Marakis prianistas, así como el Conaculta salinista, eran mejores, pero eso es irrelevante. Las comparaciones, en todo caso, no son pertinentes, porque hoy rige la misma política cultural del régimen prianista, con excepción del recorte en el SNCA, donde se robaban la tercera parte del presupuesto total, mediante un fideicomiso totalmente opaco y arbitrario. Por supuesto no opino igual que E. P., pero tampoco me gusta que se siga por la misma ruta empezada con Fox y Fecal, que se siga recortando el presupuesto para las culturas y que persistan el outsourcing y el mecenazgo. 

      —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?

      —E. P. se equivoca en sus expresiones, que aparte de oportunistas son imprecisas, pero no yerra tanto por mala fe sino porque cae en las trampas que le tienden sus “amistades”, gente que la manipula para impulsar agendas de diversa índole, cultural, política, económica. 

      —Si la situación cultural va por mal camino, ¿cuáles son, o serían, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo?

      —¿Qué debería haber? Un cambio de paradigma, poner en primer lugar la atención a la población común y no a las élites. Democratizar el aparato burocrático impulsando la autogestión, la investigación y el fomento de las necesidades e iniciativas culturales, colectivas en primer lugar e individuales en segundo. Descentralizar. Regresar a la institucionalidad anterior al neoliberalismo y prohibir la privatización de servicios culturales. Designar para los puestos más altos a promotores culturales populares, asesorados por especialistas en desarrollo cultural, patrimonio, educación artística, promoción de la lectura, coordinación interinstitucional para neutralizar los cacicazgos y las mafias… 

“Elena Poniatowska, como tantos artistas e intelectuales privilegiados, con o sin méritos, está convencida de que la Secretaría de Cultura de los Tovares y las Marakis prianistas, así como el Conaculta salinista, eran mejores.”

Romper las trabas ideológicas, los menosprecios y los intereses de grupo de las élites privilegiadas: Maricarmen Fernández Chapou

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa?

      Maricarmen Fernández Chapou, periodista investigadora y académica: Pienso que no es nuevo que la cultura quede a la cola de las prioridades de los gobiernos en turno. Más allá de voluntades particulares, en México se viene arrastrando un déficit en materia cultural por razones sistémicas, entre ellas los intereses de grupo y la distribución desigual de presupuestos e incentivos a la producción cultural, sobre todo si ésta es independiente. 

      —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?

      —Es cierta en tanto que la cultura, sobre todo la cultura popular, independiente, ajena a los grupúsculos de poder, está y ha estado abandonada históricamente en México, siempre supeditada a una política y gestión institucional parciales y poco eficientes. Es, en efecto, cuestionable el eco que se le hace a la declaración de una figura que proviene de grupos beneficiados en el pasado mientras que en otros gobiernos se han silenciado o ignorado (incluso por estas mismas élites culturales) las demandas más populares en materia cultural. 

      —Si la situación cultural va por mal camino, ¿cuáles son, o sería, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo?

      —Si la situación cultural va por mal camino se debe, me parece, a que se reproducen las mismas anquilosadas y viciosas fórmulas de elitismo, por un lado, y desprecio por otro, al quehacer cultural en México. Se debiera poner la cultura a la cabeza de prioridades gubernamentales y proveer los medios e incentivos necesarios para una política y gestión culturales más modernas y generalizadas. Romper, de una vez por todas, las trabas ideológicas, los menosprecios y los intereses de grupo de las élites privilegiadas en materia cultural.

“Si la situación cultural va por mal camino se debe, me parece, a que se reproducen las mismas anquilosadas y viciosas fórmulas de elitismo, por un lado, y desprecio por otro, al quehacer cultural en México.”

En Cultura también debiera existir un itinerario tan preciso y definido como el que se está haciendo en el sector Salud: Mario Bravo Soria

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa?

      Mario Bravo Soria, periodista cultural: A diferencia de otras áreas de la vida pública del país, en Cultura no se ha generado un debate serio ni riguroso sobre cómo la corrupción anidó en dicho ámbito. La denuncia se queda corta si nos detenemos en caracterizar tales criticables prácticas provenientes solamente desde el ala conservadora y claramente de derecha. En México los cacicazgos intelectuales y culturales, así como el acaparamiento de los beneficios monetarios (estos últimos emanados desde las arcas de la administración pública) han germinado también desde figuras destacadas vinculadas al izquierdismo. Así, si la miramos superficialmente, la afirmación de Poniatowska pareciera certera y llena de verdad, pero eso es solamente por la falta de un análisis riguroso que nos dé claves para entender por qué este gobierno ha debido poner orden en los excesos presupuestarios históricamente destinados a la alimentación de los bolsillos de pequeños grupos acostumbrados a recibir, sin falta sexenal, las becas, los premios y los reflectores en el área cultural y artística. Cuando te pones a hurgar en una contrahistoria de ese mundillo te das cuenta que es errada la declaración de doña Elena, pues no reconoce las enormes desigualdades ejercidas en gobiernos anteriores: unos pocos artistas e intelectuales con sustento económico garantizado sin importar cuál partido político gobernara, mientras que la mayoría de creadores disputaba las migajas que caían de la abundante mesa presupuestaria. No creo que el actual gobierno no se haya ocupado de la cultura, como afirma Poniatowska; más bien percibo que no se ha discutido a fondo el papel de tal ámbito en la transformación del país. Correctamente se ha cerrado la llave que mojaba presupuestariamente sólo a unos pocos, lo cual enraizó como una praxis naturalizada; no obstante, no identifico todavía un modo en que la cultura y las artes sean implicadas en la creación de otra (urgente) manera de relacionarnos entre los habitantes de este país llamado México. Ahí sí noto una tarea aún sin abordaje certero. 

      —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?

       —Es irrebatible que, cada institución y dinámica del Estado mexicano, se hallaba invadida por prácticas corruptas naturalizadas, en mayor o menor medida. Eso sucedía ya antes de la implementación del modelo neoliberal y, también, se padeció durante las más de tres décadas en que tal lógica de mercado invadió incluso a las políticas públicas culturales. El actual combate a dicha corrupción, sin duda (y de ahí la intensidad en la reacción de varios opositores al gobierno de López Obrador), ha alcanzado al campo cultural: cuestión altamente positiva. Allí es donde percibo errada la afirmación hecha por la autora de La noche de Tlatelolco, pues no analiza que, durante varias décadas, los gobiernos priistas y panistas aceitaron un mecanismo de cooptación entre los integrantes de una élite de intelectuales, artistas y creadores, fabricando así una noción y una puesta en práctica de la cultura y las artes que habitaban en un monte Olimpo a la mexicana… aunque, simultáneamente, se precarizaba al resto de integrantes del ámbito cultural y artístico sin nombre ni apellido rimbombante. Si realmente deseas que se construya otro país, invariablemente requieres acabar con tal dinámica. Hasta ahí se ha avanzado, lentamente, pero con dirección correcta. Otro tema insoslayable es con qué sustituyes la vieja manera de hacer-patrocinar-comprar-cooptar-premiar y delimitar la cultura y las artes en México.

      —Si la situación cultural va por mal camino, cuáles son, o serían, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo?

      —El primer paso se ha dado: combatir el derroche del presupuesto público que, invariablemente sexenio tras sexenio, privilegiaba a los mismos nombres y apellidos del ámbito cultural mexicano; pero no basta con ello. Hasta donde percibo, la Cuarta Transformación no ha aterrizado una idea, un mapa o una ruta acerca de cómo la cultura y las artes pueden (y deben) abonar a que se consolide ese cambio enarbolado desde el movimiento encabezado por el presidente López Obrador. Así como en Salud existe no sólo un plan maestro de combate a las mafias farmacéuticas y a la corrupción rampante en el IMSS o en el ISSSTE, sino también una puesta en práctica (en positivo, creadora, en clave de imaginar y hacer otra cosa distinta a lo históricamente criticado) con la cual sustituir al caduco y dañino modelo privatizador de los servicios en materia de salud pública, en cultura también debiera existir un itinerario tan preciso y definido. Lastimosamente, ello es lo que aún no encuentro. Recuperar Los Pinos y convertirlo en centro cultural es fabuloso y esperanzador; sin embargo, luego necesitas dar la discusión de con qué expresiones culturales y artísticas ocuparás dicho espacio. Asimismo sucede, me parece, con los contenidos culturales transmitidos en los medios públicos: no sólo debes reapropiarte de los espacios físicos y simbólicos que ocuparon las élites en este país, sino que, además, necesitamos desmontar de nuestras subjetividades las nociones dominantes que nos introyectaron sobre quiénes, cómo, por qué, para quiénes y desde dónde se hacía arte o se generaban procesos intelectuales en México. Una vez que hagas eso, ya podrás ocupar y habitar, desde otro proceder, aquellos sitios que la rancia clase política utilizó meramente como accesorio, divertimento o, en los peores casos, como pago de favores para mantener calmo y sin revueltas al bloque intelectual y artístico que marcó la línea a seguir en cultura durante décadas y décadas. Más que Carlos Monsiváis (como lo apuntó Poniatowska), creo que hoy nos hace falta alguien como Francisco Toledo… ¡al margen de las cúpulas culturales! 

“Otro tema insoslayable es con qué sustituyes la vieja manera de hacer-patrocinar-comprar-cooptar-premiar y delimitar la cultura y las artes en México.”

Las bellas artes NO son para una élite adinerada: Juan Antonio Rosado

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa?

      Juan Antonio Rosado, escritor y académico: No es propio de este gobierno desatender las cuestiones culturales. Prácticamente ningún gobierno en México (ni priista ni panista ni morenista) les ha dado ni les da prioridad a la educación y a la cultura. Nunca se considera algo prioritario porque siempre ha habido, por un lado, pobreza y depauperación; por otro, corrupción desmedida. Por supuesto, la cultura y la educación no son ajenas a este último fenómeno. Una de mis expectativas con Morena, por ejemplo, fue que el gobierno apoyara para que la UNAM dejara de ser propiedad de una mafia, de una élite que gana al mes incluso tres veces más que el presidente. ¿Cómo se puede proporcionar cultura y educación a todos mientras una buena parte del presupuesto destinado a estos rubros cae en los bolsillos de una gentuza y de sus negocios particulares? En otro orden de ideas, no puede generalizarse y, a partir de un solo rubro, llamar a toda la administración “fallida”. A mi juicio, la falla consiste en lo que se entiende por cultura. López Obrador entiende por “cultura” la cultura popular y las culturas “originarias”. Para él, la cultura es el folklor y las tradiciones indígenas o marcadamente nacionalistas. Lo que en el fondo dice Poniatowska es que Morena ha desatendido lo que conocemos como “alta cultura” o “cultura académica” o “bellas artes”. En este sentido, coincido totalmente con Poniatowska. Un problema grave es que López Obrador se ha rodeado de personas que comparten esta visión trasnochada y nacionalista de la cultura. Entonces deja a México fuera de lo que se entiende por “cultura” en el ámbito internacional. Ha continuado la visión de los años veinte y treinta del siglo XX. De por sí, nunca hemos logrado sobresalir internacionalmente en los aspectos culturales, o lo hemos hecho de manera muy tímida: poco a poco y unos cuantos nombres y tendencias. ¿Grandes músicos, grandes bailarines de ballet, grandes pintores, grandes escritores o poetas? En este sentido, no hay apoyo. Si miramos a los años veinte y treinta del siglo pasado, encontraremos la misma visión nacionalista. Está muy bien que López Obrador apoye esta visión, pero no podemos quedarnos en eso. México es MUCHO MÁS que las culturas populares, que el indigenismo, que el regionalismo. México es mucho más que el folklor y la llamada “comida mexicana”. Es necesario apoyar a las bellas artes para que México tenga también grandes concertistas y bailarines. No, no es que sea una “transformación fallida”, sino que es una “transformación DISPAREJA”. Se enfoca solamente en unos aspectos y a otros los abandona.

      —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?

      —Independientemente de que esta escritora pertenezca o no a una mafia (por desgracia, la mayoría de los intelectuales de alto nivel pertenecen a una), como ya dije, es innegable y más que evidente que no se está prestando la suficiente atención a la llamada “alta cultura” (las bellas artes). Se atiende muy bien a las culturas populares, al folklor, a la Danza del Venado…, lo cual es magnífico y lo aplaudo. Pero México es más que eso. Es una nación pluricultural, y también están los artistas académicos. Hay muchos que, por no tener dinero, no pueden desarrollar su arte. Conozco músicos académicos, profesionales, de concierto que tienen que dedicarse a labores ajenas a su arte. Entonces, se debe atender toda la cultura y la educación, y no sólo lo que algunos conocen como “lo mexicano”. Ahora bien, no digo que no haya presupuesto para este último rubro, pero es notorio que es mucho menor de lo que se requiere y que, desgraciadamente, mucho de ese dinero cae en los bolsillos de los cercanos al rector y a otros verdaderos mafiosos. Puse el ejemplo de la UNAM, donde los profesores de asignatura interinos seguimos ganando mucho menos que cualquier compañero de intendencia, pero lo anterior puede ampliarse a otras instituciones llamadas “culturales” o “educativas”.

       —Si la situación cultural va por mal camino, ¿cuáles son, o serían, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo?

     —Sospecho que el error consiste en pensar que la cultura académica o que la alta cultura o las bellas artes son sólo para una élite adinerada que no necesita apoyo. Si así pensaran países como Cuba o Rusia, jamás habrían salido artistas como Rudolf Nureyev (gran artista de clase baja que llegó muy lejos gracias al apoyo del gobierno), o los cubanos Carlos Acosta (bailarín) y Leo Brouwer (músico de altísimo nivel). Las bellas artes NO son para una élite adinerada. De las clases muy bajas pueden salir grandes directores de orquesta o grandes poetas. ¿Cuál es la solución? Consiste en implementar programas equivalentes a “Construyendo el Futuro” o “Sembrando Vida”, pero aplicados a la alta cultura, a las bellas artes, a la educación superior y a la educación estética, pero también generando empleos para quienes egresen de estos rubros, o para quienes se desempeñen como artistas y sólo puedan vivir como subempleados. Un ejemplo: si en la Ciudad de México hay más de veinte millones de habitantes y la recomendación internacional es que debe haber una orquesta sinfónica por cada millón de habitantes, entonces nosotros requeriríamos por lo menos VEINTE ORQUESTAS SINFÓNICAS de alto nivel, de nivel internacional, solamente para la Ciudad de México. No digo que dejen de apoyar a las orquestas populares o a las bandas de pueblo, pero México no debe estancarse allí. Es verdad que ha habido y hay una interacción y diálogo entre la alta cultura y la cultura popular: ambas se nutren mutuamente, pero se trata de dos mundos, de dos tipos diferentes de educación. Ponerlos en el mismo nivel sería como comparar a Velázquez o a Tamayo con un artesano de alebrijes. Cada uno tiene su valor. Ambos son admirables y necesarios. Es imperante apoyar a ambas facetas de la cultura y no solamente a una. 

“Un problema grave es que López Obrador se ha rodeado de personas que comparten esta visión trasnochada y nacionalista de la cultura.”

No pienso que la política cultural esté fallida: Jorge Caballero

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa?

      Jorge Caballero, periodista cultural: No, no opino lo mismo, porque se ha diversificado el apoyo en distintos renglones en la cultura.
      —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?

      —Creo que la señora no tendría de qué quejarse. Necesitaríamos un coloquio para desentrañar la incógnita.

      —Si la situación cultural va por mal camino, ¿cuáles son, o serían, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo? 

      —No pienso que la política cultural esté fallida.

“Creo que la señora no tendría de qué quejarse. Necesitaríamos un coloquio para desentrañar la incógnita.”

A las autoridades culturales no les interesan las opiniones de los que trabajamos en proyectos culturales modestos: Víctor del Real

—Independientemente del lugar y circunstancia en que lo dijo (¡rodeada de la esposa del gobernador Samuel García, de Movimiento Ciudadano, y de Consuelo Sáizar, presidenta panista del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes durante el calderonismo y actual directora de la Feria del Libro de Monterrey!), Elena Poniatowska declaró que el gobierno obradorista, en pocas palabras, no respeta a la cultura al abandonarla en todos sus rasgos. ¿Opina usted lo mismo, por qué, cuál es el punto nodal de esta fallida, en todo caso, transformación administrativa? 

       Víctor del Real, editor: Ella exageró para no dar mala nota frente a sus nuevos amigos. Elena está acostumbrada a que se haga caso de sus afirmaciones y en algunas ocasiones ha sido certera. Pero en este caso demuestra una pérdida de horizonte y rumbo. Acaso por la edad. Al afirmar que la administración de López Obrador no respeta la cultura es olvidar nuestro triste pasado, pues soslaya que este rubro siempre ha sido víctima de los caprichos del gobernante en turno. Andrés Manuel hace lo mismo que los presidentes anteriores, ni más ni menos. Yo observo en la actualidad la misma actitud maniquea de los que controlan el presupuesto federal para organizar eventos culturales: marcan distancias con los que no son amigos, se afincan en el grupo o los grupitos afines para diseñar programas culturales que carecen de rumbo general y sólo sirven un momento. La política cultural de México nunca ha provenido de un concepto rico en reflexión que sea producto de los artistas e intelectuales y de los colectivos. Por esto, no es posible considerar que las declaraciones de Poniatowska puedan ser inéditas en un ámbito siempre diezmado, donde los artistas y creadores se soslayan como una mercancía de segunda, todavía más si no tienen relación con los dirigentes de la Secretaría de Cultura.

      —¿Por qué cree cierta o errada esta afirmación de Poniatowska, miembro, como bien se sabe, de la férrea mafia intelectual beneficiada enormemente por los regímenes anteriores?

      —Las opiniones de Poniatowska provienen de una persona acostumbrada a ser tratada con tiento, pompa y circunstancia, y con grandes dosis de propaganda. Su exigencia fundamental se afinca en ser tratada como personaje omnipresente frente a un público dispuesto a reírse por la chispa de sus chistes y agradecido por lo diáfano de su prosa. Sin embargo, en estos primeros años de ausencia en el campo cultural, ella podría entender que ha perdido mucho terreno ante la nueva gente que ha llegado a ocupar los lugares importantes de la Secretaría de Cultura, los espacios en las compañías editoriales, las entrevistas en los periódicos y en la tele, etcétera, y ha sido sustituida por un montón de gente poco inteligente pero audaz, dispuesta a aprovechar los espacios que otrora se le brindaban a Elena Poniatowska, quien olvida que el método usado por la administración de cultura, presupuestalmente ceñido, no es muy diferente al de administraciones anteriores, aun en la época neoliberal, cuando se gastó mucho dinero pero no se organizaron programas brillantes y destacados para la mayoría de la población. 

      —Si la situación cultural va por mal camino, ¿cuáles son, o sería, los cauces más errados? ¿Qué propondría para enderezar este rumbo?

       —El problema que yo veo es la tentación de organizar un proyecto sexenal de cultura que podría ser aplicado en las administraciones futuras, porque no serían diferentes a la actual. Como es de sobra conocido, la 4T agita la idea de que será un régimen de largo aliento. Yo no puedo contribuir con una postura más pensada porque, se ha visto, a las autoridades culturales no les interesan las opiniones de los que trabajamos en proyectos culturales modestos. Quienes ya van muy avanzados en alcanzar una gestión cultural que abarque mucho tiempo piensan que podrían acuñar un concepto de cultura nacionalista, cuyo concepto puede penetrar en el fin de los tiempos. Esto es, la cultura se fragmenta en el ideario de quienes ganaron las lides electorales. Esto es grave, porque no dejan espacios para la gente con opiniones diferentes. Se observa que, como lo estamos viendo en la actualidad, sólo serán promovidos o premiados quienes empaten sus posturas políticas con las de la 4T, cuyas expresiones culturales me parecen muy achicadas. No concitan el entusiasmo de la gente, sobre todo la más joven y no se instala con sinceridad una idea de entrega, solidaridad y patrocinio para los proyectos que se defienden en un clima exclusivo para los cercanos al poder. Creo que, al menos por este sexenio, la cultura de México no podrá destacar ni proponer cosas notables. Sus dirigentes no destacan por su inteligencia y sensibilidad. El ambiente es gris y triste. En mi caso, observo la forma altanera con que los editores, otrora valiosos en la cadena de la producción literaria y las artes en general, somos diezmados y hasta vituperados. La 4T, con el cuento de su poco presupuesto, ya no patrocina ediciones y el dinero sobrante lo aplica en programas absurdos en plazas donde canten los amigos tan admirados de nuestros dirigentes nacionales. 

“Se observa que, como lo estamos viendo en la actualidad, sólo serán promovidos o premiados quienes empaten sus posturas políticas con las de la 4T.”

La situación cultural va a tropiezos, pero va, está andando: Alberto Zuckermann

Alberto Zuckermann, jazzista y comentarista de este género: Contesto en una sola respuesta las tres preguntas. Creo que la cultura en nuestro país ha vivido una etapa difícil en los últimos cuatro años a consecuencia de varios factores, entre otros la pandemia que nos obligó a retraernos y la austeridad oficial que redujo las posibilidades de reactivarla. Que alguien como la señora Poniatowska afirme que ha habido un abandono es sorprendente, no sólo por los homenajes y reconocimientos que en este periodo le han hecho sino porque, a pesar de todo, la cultura sigue desarrollándose y ya no es beatificada por los happy few. La situación cultural va a tropiezos, pero va, está andando. Deseo que en los dos años restantes tenga más recursos y los diversifique ampliamente.

“Las opiniones de Poniatowska provienen de una persona acostumbrada a ser tratada con tiento, pompa y circunstancia, y con grandes dosis de propaganda.”

Debemos dejar de ver el quehacer artístico y cultural como una ornamentación propia de sibaritas: Sergio Cárdenas

Sergio Cárdenas, director de orquesta y compositor, Premio Nacional de Artes 2021: A sus tres preguntas, yo respondo con el siguiente texto. No conozco aún a una comunidad artística y cultural que esté satisfecha con lo que los gobiernos de sus países destinan a los presupuestos de esos rubros en sus respectivos ejercicios. Dada la riquísima variedad y la vasta dimensión de esos quehaceres, seguramente que nunca habrá recursos que alcancen (a reserva de precisar qué significa eso: que alcancen). Desconozco el contexto preciso en el que la señora Poniatowska hizo esa declaración: ¿qué la motivó a ello? ¿Cuál fue la pregunta precisa que recibió?  Esa descalificación se debilita si no se aportan propuestas que aspiren a solucionar el entuerto; al estar metida, por varias décadas, en las altas esferas del poder o la administración cultural del país, ella ha de saber de dónde cojea el sistema y por qué, debe poder decir qué se debe emprender para enderezar el camino “abandonado”. Serían muy bienvenidas sus propuestas para alentar el debate sobre el ejercicio presupuestal para el arte y la cultura. En mayo de 2007, tras ser investido con la Medalla Luis G. De Arellano, pronuncié en Sesión Solemne del H. Congreso del Estado de Tamaulipas un discurso del que comparto la siguiente postura:

      “En el pasado reciente y aun en el presente, México y el mundo han vivido una tergiversación de lo que es cultural y artístico. Las instituciones del Estado (escribo Estado con mayúscula), con frecuencia voluntaria o involuntaria, se desentienden de este rubro y lo transforman en acciones que buscan competir con, y a veces hasta complementar, la industria del espectáculo y de la diversión. Pero ya lo oímos del afgano: Cantamos, es decir, hacemos música, es decir nos manifestamos cultural y artísticamente para saber, es decir para tomar conciencia, de que existimos. Es una toma de conciencia que también es una exigencia de la psicología humana.

      “La cultura y las artes constituyen factores que de manera fehaciente compensan las desventajas biológicas, sociales y económicas de cualquier humano. Los gobiernos, a veces, consideran estos factores como déficit que, desde luego, está mal entendido, pues ven la cultura y las artes como barril sin fondo y no como fuente de progreso resultante del actuar consciente, responsable, sensible y creativo que en forma contundente propician la cultura y las artes.

      “Una sociedad caracterizada por la prudencia emocional que faculta para juzgar la vida con sabiduría y para desarrollar la capacidad de la perspectiva sustentable a largo plazo es una sociedad con un ejercicio político maduro en los terrenos de la cultura y las artes.

     “Los teatros, las orquestas, los museos, las bibliotecas, las compañías de danza, las escuelas de arte no son lujos de una sociedad sino necesidades de la canasta básica del espíritu. No están ahí para entretener, como fin último, a una clase adinerada necesitada de distracciones frívolas que elevan a rango de status social, sino que son lugares que una sociedad tiene para entenderse a sí misma. Tampoco deben ser vistos como analgésicos o anestesiantes ni como metafóricos balnearios con spa o como centros de dispersión, sino como lugares luminosos que sacuden nuestras emociones y fortalecen nuestra ecología sentimental.

      “Debemos dejar de ver el quehacer artístico y cultural como una ornamentación propia de sibaritas. Hacer cultura es fijarse metas artísticas y proveer las condiciones para que esas metas sean alcanzadas satisfactoriamente.

      “Ante los retos que nos impone un desarrollo sustentable, la cultura y el arte surgen como baluartes, como medios eficientes para hacer frente a la entropía que trata de imponernos el sistema global que no tiene rostro ni corazón; surgen como las variables más importantes de ese desarrollo, pues nuestra cultura es, a final de cuentas, lo que somos: cómo pensamos, cómo nos expresamos, cómo nos comportamos, cómo soñamos. Y el arte, como escribió Friedrich Schiller, lo tenemos para que nuestra vida no se precipite al abismo; el juego del arte es la manifestación, la epifanía de la libertad”.

“Nuestra cultura es, a final de cuentas, lo que somos: cómo pensamos, cómo nos expresamos, cómo nos comportamos, cómo soñamos.”

AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “OFICIO BONITO”, LA COLUMNA DE VÍCTOR ROURA PARA LA LUPA.MX

https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/victor-roura-oficio-bonito/

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Last modified: 6 noviembre, 2022
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