Autoría de 8:18 pm #Destacada, Por el gusto de ser queretanos

“Aquí, mis hijas tienen más oportunidades y eso me motiva”: Kathy, una peruana en Querétaro

HISTORIA Y FOTOS: BRAULIO CABRERA/LALUPA.MX

La ciudad de Querétaro es la capital de la esperanza: año con año, miles de personas llegan para no irse, para trabajar, para hacer una vida, para hacer amigos y familia, para crecer.

Querétaro, así, se ha convertido en la mezcla de personas de muchas partes, de sabores, de colores y de sueños. Por eso, el queretano actual es curioso, ávido de nuevas experiencias, entusiasta de todo aquello que pueda sorprenderlo.

La familia Rodríguez Gómez llegó desde Lima (Perú) hace 12 años y, desde entonces, ha hecho amigos, emprendido un negocio exitoso, se han sumergido en el vocabulario mexicano, comido chilaquiles y dulces picosos.

“Yo fui el primero en llegar a México, allá por 2011. Todavía viviendo en Perú, un amigo mío me ofreció un puesto en una empresa aquí en México y decidí tomarlo. Primero llegué a Mérida y, aunque me encantó la ciudad, el calor es un problema”, cuenta Hernán Rodríguez.

Hernán, padre de Alessia y Valentina, esposo de Katherine, fue transferido a las operaciones de la región bajío seis meses después y, entonces, encontró las dos ciudades donde quería ver crecer a su familia.

“En abril de 2012, vinimos a visitar a Hernán a San Luis Potosí. En ese entonces, sólo éramos Alessia y yo, ella tenía apenas seis añitos. Llegué con la idea de convencerlo de volver a Perú… y fui yo quien acabó convencida de quedarse, especialmente cuando me embaracé de Valentina: mi corazón se dividió, mitad México, mitad Perú”, confiesa Kathy Gómez.

Los Rodríguez cuentan que la más reciente ocasión que viajaron a Perú, Valentina, la más chica, conoció por primera vez a todos sus primos, tíos y abuelos. Mientras que Valentina quería quedarse con su familia, Alessia, la más grande, no podía ni pensarlo, ella ya tenía una vida en México.

“No quisiera regresar a vivir a Perú, siendo honesta. Me gusta ir de vacaciones, pero ahora quiero quedarme en Querétaro y aplicar para la UAQ o irme a otro país: me gustaría ser arquitecta o abogada”, comparte Alessia.

A su vez, Valentina es mexicanísima, a pesar de amar la fuerte influencia peruana; le gustan tanto los alfajores de manjar blanco, como las tortillas de maíz con lechera. Y como su hermana, quisiera ser abogada, aunque aún es muy joven y cambia de opinión con frecuencia.

Por su parte, Marlene Piedra —quien es la mejor amiga de Kathy desde el colegio y tía de las niñas— vino por primera vez en 2014 a visitarlos, y nunca en la vida se imaginó vivir aquí. Fue hasta finales de 2019 que, buscando salir de Perú por cuestiones personales, le ofrecieron un hogar acá.

“Compré mi boleto, estaba lista para irme y… me agarró la pandemia, tuve que poner todo en pausa. Hasta julio de 2021 pude viajar, y fueron mi amiga, su esposo y sus hijas quienes me acogieron”, recuerda Marlene

“Una vez mi amiga y yo estábamos conversando y ella me propuso emprender algo… Es lo que se tiene que hacer, especialmente cuando estás empezando desde cero en un lugar nuevo”, adelanta.

De ese modo nació el restaurante que tienen actualmente, Lima Chicken. Kathy explica que, en Perú, el pollo a las brasas es muy distinto a lo que conocemos en México. Allá es comida típica, como los tacos, lo de diario: los hay por todos lados, desde cadenas hasta locales familiares, asegura, los más ricos.  

“Al poco tiempo de haber llegado, fuimos al comer Pollo Feliz —lo más cercano al pollo peruano en México— y nos lo trajeron con tortillas. Yo me quedé esperando los papás fritas, pues así se sirve en Perú. El pollo es muy rico, pero el que nosotros preparamos es más fuertecito, más rico”, asegura.

“En una ocasión vinieron de visita mi cuñada y su esposo, que son chefs. Entonces aprovechamos para hacer un bufete peruano en donde trabajo, al que llegaron muchos paisanos, como mexicanos, y les gustó mucho.

La clave de este pollo es su marinado de 24 hrs en cervezas y especias, asado al carbón, así como el aderezo, que buscan que sea lo más similar al original. De ahí que sea tan jugoso y de sabor característico.

Sin embargo, Kathy explica que cuando comenzaron el negocio, todos acordaron no hacer algo 100% peruano, para ellos, la clave fue mezclar. Tortillas, papas fritas, salsa roja y verde, pero también de la peruana.

“Para acompañarlo, se sirve con papas fritas, tortillas y una salsa especial peruana, que a la gente le gusta muchísimo. Y eso que esta salsa, no lleva huacatay, uno de sus ingredientes originales y que, hasta ahora, no hemos encontrado en México”, explica.

“Lima Chicken es un concepto más rústico, más cercano a una fondita o a comida rápida que un restaurante. Claro, tenemos espacios para comer, pero son pocos los que se quedan. La mayoría sólo pasan por su comida, a veces varios pollos para que duren la semana, porque nuestros pollos siempre se mantienen jugosos. Encima, tenemos alfajores peruanos de manjar blanco, para el postre”, admite Katherine.

Probablemente, parte del éxito de los Rodríguez en su nueva vida se deba a la fuerte influencia de la cultura mexicana en Perú, “la ola mexicana” como ellos le llaman.

“Desde que Hernán, Marlene y yo éramos jóvenes era común ver programas mexicanos en la televisión, nadie se perdía un capítulo del Chavo del Ocho, Chiquilladas o Quinceañera, que a mí me gustaba especialmente, me enamoraba de los galanes y me encantaban las actrices, como Kate del Castillo, que es un mujerón”, confiesa Kathy con una carcajada.

“Mi promoción del colegio, por ejemplo, creció con el Chapulín Colorado, o con las novelas de Talía. Televisa siempre ha sido muy fuerte en Perú, porque está aliada con televisoras locales y, en los pocos canales que tenemos —especialmente antes del streaming— era lo que había para ver”, agrega Hernán.

“Poco antes de venirme a vivir a México, una prima mía, que yo creo que en otra vida fue mexicana, porque ama el país, se sabe el nombre todos los artistas y las letras de las canciones, me dijo: tú vas a cumplir mi sueño, porque toda mi vida he querido irme a vivir a allá. De uno u otro modo, hemos crecido con cosas mexicanas, siempre tendremos un lazo con este país, vivas aquí o no”, explica Marlene.

Sin embargo, para las nuevas generaciones esta influencia sólo se ha enfatizado, como cuenta Alessia que, la última que vez que se reunió en con sus amigos en Perú, se quedó impresionada de que una de sus actividades favoritas era ver la Rosa de Guadalupe en YouTube.

“Incluso la forma de hablar ha cambiado, nuestro sobrino es un claro ejemplo de ello, se la pasa habla de las morritas y dice no manches; y no sólo él, he escuchado a conductores y periodistas que también lo hacen. Fue un cambio veloz, cuando nosotros nos fuimos —hace 11 años— eso no pasaba aún”, comparte Hernán.

Para los Rodríguez, adaptarse al vocabulario y a los usos mexicanos ha sido uno de los retos más grandes. Muchas de sus expresiones no sólo no se entienden aquí, sino que significan cosas completamente contrarias, que más de una vez se han prestado para malos entendidos.

“Por ejemplo, en Perú, llamarle a alguien pendejo es lo opuesto a aquí, es alguien listo, exitoso, suertudo…si le dices a alguien no te pases de pendejo es como decirle no te pases de listo”, comenta Hernán.

Marlene, igualmente, recuerda mucho una ocasión en que una vecina le pidió un pasador prestado… ella le pidió un momento en lo que se la quitaba a un zapato, y la vecina quedó confundida al no saber que, en Perú, pasador es lo mismo que agujeta y lo que la vecina quería era un “gancho invisible”.

“Me matan de risa esas diferencias entre nuestros países, no termino de aprenderlas. Sin embargo, nunca olvido una ocasión que una maestra de Alessia me escuchó hablar, recién habíamos llegado, y me dijo que conservara esas expresiones, que no las fuera a perder, porque son muy bonitas y es importante que mis hijas, y los mexicanos, las conozcan también”, relata Kathy.

Del mismo modo en que el lenguaje resulta contrastante para la familia Rodríguez, cosas como la comida y las tradiciones también los han cautivado desde su primer día en México.

Para Katherine, uno de los mayores retos ha sido el picante en la comida, sobre todo que esté presente casi en todos los platillos. No obstante, así como dice ella, se ha ido acostumbrando… y ni se diga de Valentina, quien come muchísimo más chile que cualquiera en la familia, “ella es mexicanita”.

“Igualmente, el ceviche peruano es un tanto distinto al que se prepara aquí en México, sobre todo por los ingredientes —pescado, limón, chile, cebolla, sal y pimienta— y porque, para nosotros, es el platillo picante por excelencia”, explica Hernán.

En México, el entusiasmo y apego que tenemos por nuestras celebraciones y tradiciones es de las cosas que más llama la atención y atrae a los extranjeros. Para Kathy, por ejemplo, lloró la primera vez que vio cómo se celebra el 15 de septiembre, pues en su tierra no suelen juntarse en la noche para la cena típica, ni desvelarse para dar el grito.

“Otra cosa que nos sorprendió, casi llegando, fue que el 1 de enero todo está cerrado. Nosotros acostumbramos salir a la playa ese día —pues en esa fecha, en Perú es verano— e ir a comer a restaurantes o bares: es uno de los días de mejor venta. Pero aquí, esa primera vez, pasamos horas buscando una pescadería abierta porque queríamos hacer un ceviche”, cuenta Hernán entre risas.

En más de una década viviendo aquí, esta familia ha hecho de México, y de Querétaro, su hogar. Sus negocios, sus amigos y todas las nuevas experiencias y aprendizajes los han transformado.

“Estoy en un lugar donde tengo muchas oportunidades para crecer, por lo que estoy agradecida con este país que me ha dado tanto. Desde que llegué, estoy segura de que la mitad de mi corazón es mexicana, también”, admite Marlene.

Del mismo modo, para Hernán México es muy hermoso, su clima es agradable y la gente, genial. Querétaro, por su parte, se desarrolla velozmente y se moderniza, lo que significa oportunidades para su familia y para él. Los negocios que han puesto, han despegado de forma orgánica, porque a las personas les gustan y los recomiendan. Y todavía ve mucho campo de oportunidad para seguir creciendo.

Alessia, quien ha vivido ya la mayor parte de su vida en México, lo llama hogar: “llegué desde muy pequeña, mi vida, mi familia, mis amigos los he hecho aquí. Siempre he tenido buenas experiencias, siempre me he sentido bienvenida, por eso mi hogar y mi familia, están aquí”.

“Desde el primer día, diosito me envió ángeles, porque toda la gente que me he topado ha sido gente maravillosa conmigo. Mi primera amiga, mamá de una compañera de Alessia, lo primero que hizo fue invitarme a su casa, jalarme a sus actividades, ayudarme con la niña. Se me hizo increíble que la gente fuera tan cariñosa desde el principio”, admite Kathy.

“Estoy muy agradecida con México, con Querétaro, pero, especialmente, con su gente. Aquí, mis hijas tienen más oportunidades y eso me motiva. Mi sueño siempre ha sido tener algo de mi país aquí, ojalá sigamos bien como hasta ahora y, un día, tenga mi imperio de Lima Chicken”, concluye con una risa.

Si deseas conocer el auténtico sabor peruano de Lima Chicken, aquí te dejamos la información para que los visites:

facebook.com/LimaChickenQro

Prol. Constituyentes Ote. 102 A, El Mirador, 76246 Qro.

Teléfono: 442 121 9416

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Last modified: 17 abril, 2023
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