Autoría de 8:19 am #Opinión, Josué Méndez Ruiz – Azul casi morado

¡Qué vivan los prejuicios sobre México! – Josué Méndez Ruiz

No había coincidido tan claramente con las ideas del señor presidente como cuando en su mañanera del 29 de marzo calificó de ‘churro’ al más reciente filme de Luis Estrada, una supuesta sátira del actual gobierno federal, la sociedad de la cual surgió y la gente que lo respalda. Mis diferencias ideológicas frente a los planteamientos de Andrés Manuel López Obrador las he manifestado en otras ocasiones y no me interesa ampliarlas o recalcarlas en este momento. Ahora prefiero condescender a la cabeza del Ejecutivo federal y, por lo tanto, replicar el calificativo que le dio a la película ¡Qué viva México!, ya que sí es mala, y con ganas. Gastronómicamente sería como unas carnitas con cuero echado a perder, quemadas en ciertas partes, crudas en otras y con pésimo sazón. Además, si las tragamos sin cuidado y nos terminamos el plato, seguro algunos cisticercos crecerán en nuestro estómago, con riesgo de subirse al cerebro y joderlo.

Hace tiempo que no la pasaba tan mal viendo una película (me cuesta trabajo incluso referirla así): es larga, reiterativa, boba y predecible, pero lo más grave es que su fin último es ‘criticar’ a mexicanas y mexicanos a partir de arquetipos torpes, con deficiencias básicas, desde el guion, que sorprenden de un hombre con al menos un par de trabajos previos dignos. Esos arquetipos trazan a seres infrahumanos con alto nivel de estupidez, casi imposibles de identificar con gente real, a menos que recordemos películas anteriores de Estrada: con retazos infectos de tiempos mejores (en lo creativo), el cineasta armó espantapájaros sin corazón que viven guiados por las bajezas humanas ‘obvias’ de su posición social. Personajes como esos no tenemos dos o tres, sino al menos una docena, en varias ocasiones representados por Damián Alcázar y Joaquín Cosío, dos histriones de calidad conducidos al ridículo.

Los estereotipos que vomita sin clemencia la muy débil narrativa de Luis Estrada (a veces videoclipera, casi siempre a nivel de sketches malos de Eugenio Derbez) parecieran apuntes de un fiel seguidor de Donald Trump, o quizá del líder MAGA (Make America Great Again) en persona: las mexicanas y los mexicanos, pobres e incluso con dinero, son gente aprovechada, ruin, hipócrita, artera y necia; también cogelona, borracha y fiestera, pero esas características no las denostaremos en este espacio. Curioso vuelco del antes entusiasta seguidor de López Obrador, quien creó este esperpento audiovisual impulsado por su recalcitrante anhelo de parodiar las problemáticas socio-políticas transexenales de México, pero en este caso no apareció el agudo crítico que esperábamos, sino el aguado clasirracista que muchos derrotistas malinches llevan dentro: “el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano”, “no avanzamos por pendejos”, “nosotros nos jodemos solos y los gringos abusan de eso”, prejuicios simplones y aberrantes que se usaron de base para este intento de comedia absurda, que da poca risa y mucha pena ajena a partir de su escritura burda, sobre todo abundante en generalizaciones insultantes.

En casi 2 millones de kilómetros cuadrados de territorio, las condiciones de vida dentro de México son tan variadas como contrarias a las que recrea este espécimen de más de tres tortuosas horas de chistes tipo monólogo de Adal Ramones. ¡Tres horas!, que se podrían resumir en: un güerito de rancho de familia pobre que fue a la ciudad y se volvió clase media “aspiracionista” (o sea, culero y desclasado) regresa a su pueblo con el único fin de tomar el tesoro que le habría heredado su recién fallecido abuelo (otro culero), al parecer sólo porque salió blanco. Entre el funeral, la lectura del testamento y la entrega de la herencia, el güerito y su blanca (y culera) familia nuclear tienen que sobrevivir a su idiota, ignorante, peligrosa (y sobre todo culera) familia ampliada. Finalmente, el tesoro en oro es entregado al güerito, que es demasiado tonto para esconderlo o llevárselo, y entre sus parientes, la autoridad corrupta y la gandallez extranjera se encargan de regresar al protagonista a su casta de pertenencia: la miseria.

En medio de esos acontecimientos principales hay muchas bromas denigrantes y poca reflexión, al igual que escenas sexuales con justificaciones tan sólidas como las de sus símiles en las sexicomedias ochenteras de Rafael Inclán y Alfonso Zayas. Claro que sagas como El día de los albañilesLa pulquería tenían públicos que buscaban muchas chichis, muchos chistes y choros chafas; supuestamente esperaríamos contenidos distintos en una obra del multigalardonado Luis Estrada.

La disección de los problemas en el actual gobierno federal debería ser el núcleo de la película, o al menos un aspecto relevante. Sin embargo, las sosas y breves acusaciones hacia la administración de AMLO –por ejemplo, el político corrupto que presume una supuesta transformación en el país– quedan diluidas entre un mar de secuencias gratuitas de borracheras, bailecitos de boda noventera, comedia misógina, más cogedera, etc., etc., etc.

Con esta columna intento señalar, a cualquier amable lectora o lector que me haya prestado atención, que lo expresado en ¡Qué viva México! no debería creerse, pero tampoco tomarse a la ligera. Los refranes y dichos populares (el referido “el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano”) suelen ser dañinos si se confunden con leyes/normas, lo que parece haberle ocurrido al director y guionista de este material tan pobre intelectualmente. El peor enemigo de una persona, o de un sector social, es quien le hace daño de manera constante, sin importar su nacionalidad. Creer que el origen étnico o cultural determina al oponente es la base del racismo y otras formas de discriminación destructivas. Muchas veces productos culturales malhechos como ¡Qué viva México! generan espejismos con esa clase de prejuicios, contrarios a las complejas relaciones sociales reales. Hablando en defensa de Luis Estrada, creo que él también es víctima de su propia obra, o, mejor dicho, del rencor ciego y desatado que se origina al mirar hacia el abismo de la política institucional mexicana por demasiado tiempo.

AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “AZUL CASI MORADO”, LA COLUMNA DE JOSUÉ MÉNDEZ RUIZ PARA LA LUPA.MX

https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/josue-mendez-ruiz-azul-casi-morado/

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Last modified: 11 junio, 2023
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