Autoría de 10:34 pm #Opinión, Vox Populi

La importancia de la perspectiva de género en las políticas de paz y resolución de problemas como parte de la gobernanza global – Fernanda Galeana

Introducción

El papel de las mujeres en la creación y reforma de las políticas públicas en materia de la resolución de problemas y mantenimiento de la paz ha sido poco o nulo a lo largo de la historia.  Es recién en tiempos modernos que el principio de la creación y adopción de normas de la gobernanza global ha permitido que muchos Estados del mundo adopten normas a favor de la perspectiva de género en el ámbito político a todos los niveles, y aunque muchas de estas normas no son vinculantes y no seguirlas no supone ser acreedor de una condena, los propios países han configurado acuerdos y convenios internacionales que no permiten que ningún miembro que pretenda formar parte de ellos, no contemple –al menos en la teoría– la aplicación de este enfoque en su política interna y exterior.

¿Es verdaderamente importante la perspectiva de género para la política? ¿Por qué? Estas son las principales preguntas que este ensayo buscará responder de manera satisfactoria a lo largo de su desarrollo, con la finalidad de probar que, en efecto, la perspectiva de género es relevante para la Gobernanza Global.

El problema del género para la reforma de políticas postconflicto

La falta de la integración del género dentro de la gobernanza global es considerada una falla de las políticas públicas de resolución de problemas y de paz debido a que la ausencia de una solución que lo tome en cuenta podría suponer el fracaso dicha estrategia. Las propuestas que se tengan para la resolución de cualquier crisis durante y después de un conflicto deben de contener, dentro de su formulación, una perspectiva de género debido a que los roles ligados al género femenino implican la realización de tareas especificas que permiten el entendimiento de la dinámica de repartición de bienes y servicios que el género masculino usualmente desconoce.

De esta manera, las resoluciones basadas únicamente en la perspectiva masculina indudablemente contarán con vacíos y sesgos que difícilmente podrían atender la realidad social completa. Esta cuestión, está claramente ilustrada en lo dicho por Nichols y Mishkat:

Los conflictos involucran y afectan a hombres y mujeres de maneras muy diferentes. Las mujeres a menudo tienen responsabilidades principales sobre las actividades del hogar, como la gestión del agua y el saneamiento, la recolección de leña y el suministro de alimentos, lo que les brinda una comprensión profunda del entorno local. Sin embargo, debido a las estructuras de poder tradicionales y las relaciones de género, las mujeres rara vez participan lo suficiente en los procesos de toma de decisiones sobre los recursos naturales (2016, p. 451).

Esto también podemos verlo apoyado en las aseveraciones de Anaya en “El Género En Los Conflictos Agrarios En Venezuela: Medios Alternativos De Resolución Pacífica”:

La historia le ha otorgado a los hombres/varones el poder por excelencia de nombrar o dar sentido, de dar lugar, ubicar y valorar, excluyendo a las mujeres tanto del espacio de los poderes como de la categoría humana. Las expresiones exclusión y dominio son típicas en todo sistema que organiza la realidad social, como por ejemplo el parentesco, la ciudadanía, la producción intelectual, las relaciones con el Estado, las relaciones agrarias y la subjetividad, siendo ubicadas las mujeres respecto a esto, en una posición de subordinación (2015, p. 19).

El género por sí sólo constituye un elemento indispensable para el estudio de cualquier política y/o estudio que pretenda tener un impacto a la sociedad, pues la profundización en sus implicaciones forzosamente destacará fenómenos sociales que pueden ser causa de conflictos. Con respecto a esto, Gamba explica lo siguiente:

El género es una categoría trans-disciplinaria, que desarrolla un enfoque globalizador y remite a los rasgos y funciones psicológicos y socioculturales que se le atribuye a cada uno de los sexos en cada momento histórico y en cada sociedad. Las elaboraciones históricas de los géneros son sistemas de poder, con un discurso hegemónico y pueden dar cuenta de la existencia de los conflictos sociales (2011, p. 2).

La explicación del porqué la perspectiva femenina en la resolución y mediación de conflictos es relevante para la reforma de las políticas públicas está estrechamente relacionada a los procesos de socialización a los que las mujeres son sometidas a lo largo de su vida. Si reflexionamos sobre esto, hemos de descubrir entonces que el comportamiento de las mujeres y la visión que pueden ofrecer a la resolución de problemas está enmarcado por la búsqueda de la paz y el mantenimiento de ésta. Esta idea se encuentra respaldada por las conclusiones alcanzadas por Moscardó en su artículo “La presencia de las mujeres en la resolución de los conflictos armados: mediación y capacitación”:

Las mujeres, en el proceso de socialización, o por su maternidad, han priorizado los valores de diálogo, de solución del conflicto de anteponer la seguridad humana y de evitar la violencia, así como la empatía con las partes, y una mayor comprensión hacia el sufrimiento del otro/a, características todas ellas muy útiles en los procesos de resolución de conflicto (2009, p. 53).

Así, podemos asumir fácilmente que “constituyen reflexiones sobre género todas aquellas que se hicieron en la historia sobre las consecuencias y significados que tiene pertenecer a cada uno de los sexos” (Gamba, 2011, p. 2).

La importancia de la perspectiva de género en la política pública

Es indispensable reconocer que la importancia de la perspectiva de género en la política pública está contenida, como hemos mencionado antes, en la necesidad tener una visión y método diferente y de conocer realidades distintas a las masculinas, que han resultado ser las más visibilizadas en la sociedad actual. De este punto tan relevante, se han expuesto muchísimos argumentos. Uno de los principales, ofrecido por Higuera, dicta que:

Las mujeres son una pieza clave para trabajar por la paz y la seguridad, su participación e inserción hace más eficaz la ayuda humanitaria y en donde hay presencia femenina se resuelven antes los conflictos produciéndose un mayor progreso económico y social y la paz es más prolongada y efectiva (2018, p. 97).

Esta afirmación apoya y sostiene que la perspectiva de género es importante de acuerdo con las consideraciones sobre los aspectos que se valoran de la socialización de la mujer que ya hemos explicado anteriormente. Esta, claramente, no es la única aportación relevante de esta escritora en la determinación de la importancia de las mujeres en el mundo, pues también sostiene que “el empoderamiento de las mujeres fomenta el avance de la economía, ayuda a que se consoliden las operaciones de paz, la asistencia humanitaria, y se opone al extremismo violento” (Higuera, 2018, p. 98) y al mismo tiempo, afirma que “se ha demostrado que los países en donde la igualdad de género es mayor suele producirse menos conflictos, lo que la convierte en una importante herramienta para la prevención” (Higuera, 2018, p. 98).

Sin embargo, ella no es la única que ha presentado argumentos a favor de la importancia de esto. Mary Caprioli, citada por de Lara y Carrillo, argumenta que:

la consecución de la igualdad de género ha de conducir a un comportamiento pacífico en materia de política exterior, así como la progresiva incorporación igualitaria de la mujer a la sociedad ha de reducir el número y el alcance de la violencia en los conflictos militares internacionales. […] Mayores niveles de igualdad de género implican niveles menores de actuación militar por parte de los Estados para resolver disputas internacionales. La consecuencia principal de esta argumentación radica en que la igualdad de género no es solo una cuestión de justicia social, sino de seguridad internacional por su capacidad para predecir la agresividad internacional del Estado (Caprioli, citada en de Lara & Carrillo, 2012, p. 69).

Además, la importancia de la perspectiva de género también se puede argumentar con ayuda de lo propuesto por Eric Melander, quien mantiene que:

El empoderamiento de los sujetos menos propensos a la violencia se ha de traducir en una disminución de los conflictos en la sociedad. Siguiendo el constructivismo, la igualdad de género se asocia con una menor violencia colectiva, entendiendo por tal menos conflictos, menos intensos y menos duraderos (Melander, citado en de Lara & Carrillo, 2012, p. 69).

No sólo hemos de quedarnos con las razones más evidentes, sino que, además, hemos de considerar cómo la integración política de las mujeres en situaciones de resolución de conflictos instará a otros a seguir su ejemplo. Eso último lo ilustra Busso en su trabajo “La Perspectiva De Género En Las Decisiones Judiciales. Su Relevancia En Los Conflictos De Violencia Contra La Mujer”, donde afirma que:

La mayor representatividad femenina generará la confianza suficiente como para promover el acceso a la justicia de otras cuestiones menos habituales o diferentes a las de resolución tradicional. Esto no sólo hará posible la democratización y facilitación del acceso a la justicia, sino que además permitirá que esas otras cuestiones diferentes logren reconocerse como problemáticas sociales importantes, dignas de ser sometidas a un tratamiento jurisdiccional (2012, p. 14).

Por último, Gamba también ofrece un apoyo a la importancia de la perspectiva de género:

La perspectiva de género favorece el ejercicio de una lectura crítica y cuestionadora de la realidad para analizar y transformar la situación de las personas. Se trata así de crear nuevas construcciones de sentido para que hombres y mujeres visualicen su masculinidad y su femineidad a través de vínculos no jerarquizados ni discriminatorios (2011, p. 4).

La situación real en la que nos encontramos

La realidad de la participación del sector femenino en la creación de políticas públicas demuestra lo limitada que es esta colaboración. Lo anterior es preocupante incluso en los tiempos en los que nos encontramos. A pesar de que se han expuesto gran cantidad de apoyos a la causa, la situación no es para nada lo deseable. Por ende, Higuera expone una realidad alarmante sobre la participación real de la mujer en el mundo político:

Las mujeres han dejado de ser vistas como víctimas para cada vez más ser consideradas como actores del cambio, el enfoque de género es imprescindible en toda la acción humanitaria especialmente en contextos de conflictos y en la consolidación de la paz. A pesar de todas las medidas adoptadas la perspectiva de género en la prevención, gestión y solución de conflictos y de las situaciones de postconflicto sigue siendo totalmente marginal.

Según un estudio de ONU Mujeres de 2012 sobre la participación de las mujeres en las negociaciones de paz, de 31 conversaciones de paz ocurridas entre 1992 y 2011 en todo el mundo, las mujeres representan sólo el 9% del total de negociadoras participantes, el 4% de los firmantes, el 2,4% de los jefes mediadores y el 3,7% de los observadores. Estos datos indican la baja participación de las mujeres en las mesas de paz, más aún que en otros espacios de decisión. Desgraciadamente, esta escasa inclusión y representación política no es un hecho aislado, sino el reflejo de la exclusión de las mujeres que aún persiste en nuestras sociedades y de la falta de garantías para sus derechos (2018, p. 95).

Busso, en este sentido, señala que la intención y los tratados que hacen ver que es necesaria la perspectiva de género no alcanzan para hacer de esto una realidad. Por ello, esclarece que:

Las mujeres continuamos en inferioridad de condiciones a la hora de participar en esferas de decisión, tanto públicas como privadas. Los avances o cambios legislativos pueden haber favorecido a un contexto que aspira a mayor igualdad, pero las leyes por sí solas no modifican realidades, la cabal transformación requiere de algo más que de cambios de textos normativos (2012, p. 4).

Pero ¿tiene esta negación al cambio una explicación? Desde el punto de vista filosófico, esto puede deberse al miedo de descubrir que, al ser diferentes hombres y mujeres, significa que vivimos una realidad de interdependencia que tiene puntos de vista diferentes, lo que muchas veces puede ser interpretado como fragilidad. La dualidad, entonces, representa una debilidad para el sistema. De esto, Martínez y París ahondan en que:

Esta fragilidad y este miedo a la diferencia, al descubrir la alteridad de las otras y los otros puede formar parte de las causas profundas de porqué las personas, chocamos unas con otras, esto es, tenemos conflictos. […] Las políticas para afrontar ese miedo, pueden realizarse con el ejercicio de la dominación masculina, la exclusión, marginación y hasta anulación de cualquier tipo de diversidad, con el ejercicio de la violencia y un sistema de seguridad basado en la guerra. En este caso, podemos afirmar que los conflictos no se han gestionado de manera adecuada y hemos sido incapaces de transformarlos por medios pacíficos (2006, p. 29).

Resulta evidente entonces, que a pesar de lo idílico que pueda sonar la perspectiva de género en las políticas de resolución de conflictos y de mantenimiento de la paz y los tratados que ya se han hecho, la meta está lejos de cumplirse.

El impacto de los gobiernos locales y la responsabilidad del Estado

Ahora bien, dentro de nuestros estudios de la Gobernanza Global, hemos podido dar cuenta de que el cambio, casi siempre, empieza desde lo local, y que sería un error gravísimo despreciar el impacto que puede tener un gobierno local en el camino a alcanzar la perspectiva de género en políticas públicas. En este contexto, Rainero, Perez, y Rodrigou, dejan clara la responsabilidad del Estado en cuanto a la creación de políticas, no sólo a nivel de reforma de procesos políticos, sino con capacitaciones y seguimiento que hagan de esto un bien permanente:

El Estado y los gobiernos locales tienen una responsabilidad fundamental para contribuir a estos cambios a través de políticas públicas concretas, capacitando a sus funcionarios/as técnicos y políticos para revisar sus prácticas y los modos de abordar la resolución de los problemas de la ciudad, incorporando en el ámbito de su quehacer la dimensión de género. Esto es, comprender el sistema patriarcal que sustenta el modo en que históricamente se construyen y reproducen las relaciones de género, basadas en la desigualdad y subordinación de las mujeres (2006, p. 7).

Guardiola Alonso, en su tesis sobre del conflicto del Sáhara Occidental desde una perspectiva de género, recoge el pronunciamiento de la secretaria general de la UNMS Fatma El Mehdi, quien ilustra perfectamente cómo, antes de pensar en la aplicación de las perspectivas de género a nivel global, debe pensarse en resolver problemas locales con esta perspectiva primero. Ella apunta que:

Si queremos hacer cambio en esta sociedad, tenemos que pensar en la importancia de una situación de estabilidad y de respeto a las libertades, a los derechos y de tener un propio hogar para las mujeres. Es muy difícil hablar ahora a una mujer, que está en un jaima, que cuando viene el viento se queda sin nada, es muy difícil intentar convencerla para que sepa la importancia del derecho de todas las mujeres (2020, p. 43).

Conclusión

El presente ensayo ha tenido como objetivo puntualizar la importancia de la perspectiva de género en la creación de medidas y políticas de resolución de conflictos. Por ende, la conclusión no es otra más que la necesidad ineludible de incluir la perspectiva de género como un pilar fundamental para la elaboración de política pública sobre la resolución de problemas. Lo anterior es un elemento central de la Gobernanza Global que debe comenzar a abordarse y aplicarse de manera urgente, pues de otra manera, estaremos cometiendo el error de dejar fuera a uno de los actores no estatales más relevante de siempre: las mujeres.

Bibliografía

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Last modified: 19 junio, 2023
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