En diciembre de 2020 se difundió la noticia de que Adolf Hitler había ganado las elecciones como concejal por el distrito de Ompundja en Namibia. Por supuesto, esta noticia se refería al triunfo electoral de una persona distinta al dictador fascista del siglo XX. Adolf Hitler Uunona es un hombre de 58 años miembro del partido político SWAVO (Organización del Pueblo de África del Sudoeste, por sus siglas en inglés), fundado con ideas marxistas-leninistas, para después orientarse hacia la centro-izquierda; es el actual partido gobernante en esa nación del sur de África.
Uunona arrancó su carrera política como activista anti-apartheid, ya que Namibia mantuvo ese sistema de segregación racial hasta finales de la década de los 80 del siglo XX, cuando las tropas invasoras de Sudáfrica fueron derrotadas por los ejércitos de Angola y Cuba. Sobre su nombre, Adolf ha dicho en entrevistas que lo más probable es que su padre se lo pusiera sin conocer a la figura histórica así denominada. “No significa que esté luchando por la dominación del mundo”, comenta con ironía sobre el aparente destino que tendría un Hitler en la política.
De igual forma, este político de piel oscura, antirracista e izquierdoso explica que de niño no notó lo ‘exótico’ de su nombre; fue hasta la adolescencia que conoció al famoso tocayo: “Este hombre quería subyugar al mundo entero. Yo no tengo nada que ver con todas esas cosas”.
En la vida pública se le conoce como Adolf Uunona, así lo llaman su esposa y el resto de su familia. Adolf no es un nombre extraño en un país como Namibia, que fue colonia de Alemania de 1884 a 1915 e incluso tiene al alemán como uno de sus idiomas oficiales.
Lo que me parece importante del caso es que a Uunona le molestó que los medios internacionales lo consideraran simplemente alguien con un nombre humorístico: “¿De verdad quieres que tengamos una conversación completa sobre mi nombre? ¿Cómo hará esto a Namibia un mejor país? ¿Cómo contribuirá al desarrollo de nuestro país?”, preguntó ante los cuestionamientos de la agencia de noticias AFP en 2020, cuando ganó el proceso electoral más reciente de su carrera.
¿Podemos objetar la molestia de Adolf? De la noche a la mañana, cadenas informativas del extranjero le pusieron atención a él, y de rebote a su país, sólo por la curiosa decisión nominativa de su padre, alguien que posiblemente no tuvo acceso a enciclopedias, libros de historia y mucho menos a internet; que pudo elegir el nombre de su hijo a partir de algo que oyó o vio a en algún sitio: ‘hey, escuché que alguien mencionó Adolf Hitler en el radio; como que Adolf me parece desabrido, pero con el complemento de Hitler me agrada’, tal vez así pensó su progenitor.
Entonces, a este defensor de los derechos civiles le llegan micrófonos y cámaras de otras partes del mundo de repente, pero su interés se reduce a lo gracioso que encuentran en varios países que un hombre negro tenga por nombre Adolf Hitler. No debe ser una experiencia placentera la de Adolf, quien por un momento quizá pensó que la atención le permitiría visibilizar a su país, que como todos tiene problemas, pero es particularmente olvidado por la zona geográfica en la cual se encuentra, una que se suele ignorar a nivel internacional (y ¡qué flojera revisar información de países tan “distintos”!, pensarán muchos, pese a que su situación de excolonia lo asemejaría a México en más aspectos que a varios países europeos).
Por ejemplo, Namibia enfrenta el grave problema de la alta transmisión de VIH y se calcula que cerca del 20 % de su población vive con este virus en sus organismos. La buena noticia es que las tasas de infección van a la baja, mientras que la esperanza de vida ha subido considerablemente, pero no podemos obviar que para un porcentaje importante de la población namibia es fundamental la cooperación internacional en cuestiones de salud, pues precisa de acceso a tratamientos especializados con los cuales sobrevivir.
El punto al que quiero llegar con esta semblanza es que en la mediatización del nombre de Adolf Hitler Uunona se observan con claridad dos fenómenos del estado de globalización avanzada en el nos encontramos en la mayor parte del planeta: primero, la llegada de nombres y conceptos a todo el mundo sin contexto; por medio de ese tránsito de palabras deslindadas es que posiblemente el padre de Uunona se enteró del nombre que le puso. Es un asunto digno de analizarse con el objetivo de problematizar ese sueño guajiro llamado “sociedad del conocimiento”, que tiende a simplificar el acceso a la información y a la formación de una mentalidad reflexiva como un tema de instalar infraestructura que permita entrar a internet, sin pensar en si las poblaciones lo requieren, saben para qué usarlo, tendrán dispositivos suficientes, entre muchas otras situaciones que se pasan por alto durante esa fiebre modernizadora que caracteriza al capitalismo.
Luego está la difusión de datos chuscos o “simpáticos” sin interés por los personajes, la sociedad o las implicaciones del hecho; es el uso de la información como meme de consumo y desecho inmediato. Aunque algunos medios trataron el triunfo del político en las elecciones de 2020 con responsabilidad al mencionar a grandes rasgos las características del país del que procede y algo de su historia, muchos, quizá la mayoría, se quedaron en lo “cómico” del nombre y dejaron fuera la visibilidad que podría recibir Namibia y sus problemas, asuntos que seguramente eran la prioridad de Uunona cuando aceptó ser entrevistado.
AQUÍ PUEDES LEER TODAS LAS ENTREGAS DE “AZUL CASI MORADO”, LA COLUMNA DE JOSUÉ MÉNDEZ RUIZ PARA LA LUPA.MX
https://lalupa.mx/category/las-plumas-de-la-lupa/josue-mendez-ruiz-azul-casi-morado/
Interesante el caso de este Adolf Hitler africano, además antiracista