Se detuvo frente al espejo, se miró, ladeó la cabeza como intentando entender su imagen; quiso engañar al reflejo y cerró los ojos: su figura se fue; abrió los ojos en seguida, la imagen volvió a mirarla. “¿Qué quieres?”, le dijo con violencia para sorprenderla, pero la imagen no habló.
Sintió un peine en la mano, ¿qué era?, ¿por qué lo llevaba? Y con esa preocupación, olvidó a la intrusa del espejo.
Al principio, sabía que algo estaba pasándole, tan era así que cuando aún se vestía sola su doctor le pidió que escribiera una frase cualquiera en un papel. “Me gustaría tener buena memoria”, puso, y luego olvidó que lo deseaba.
Todo comenzó en la cocina: prendía un cerillo y queriendo recordar qué era ese fuego en su mano, se quemaba los dedos; y en su cuarto, cuando, segura de que la noche era mañana, se pintaba la boca y se calzaba zapatillas a destiempo. “Tengo que llegar con mi tía Goya”, decía… pero la tía había muerto en el pueblo 20 años atrás.
Con el tiempo, también olvidó que de niña bebía leche bronca, que se escondía a leer libros prohibidos en la copa de los árboles, que trabajó desde muy joven, que aceptó el primer beso de amor después de casarse y que tanta virtud no fue suficiente para evitarle un marido inquieto, como se decía entonces; “pero trabajador y muy hombrecito”, habría agregado ella, si alguien la interpelara.
El parte médico decía algo así como: “Paciente femenino, accidente vascular crónico-degenerativo, evolución de cinco años. Causa probable: hipercolesterolemia”.
Para la gente, ella simplemente estaba loca y veía cosas.
Cuando ella se volvió indócil, el marido pensó que se burlaba de él para hacer, tras tantos años de ser correcta, lo que le viniera en gana.
Sería creyendo eso que, cuando la pilló intentando salir de casa a escondidas, le dio una bofetada que la mandó al suelo, desde donde ella lo miró interrogándolo con ojos enormes, palpándose la mejilla en silencio.
La ausencia de reclamo terminó por derribar al hombre al lado de su mujer.
“Perdón” –susurró⧿ y la abrazó entre sollozos. “Cómo pude golpearte si tú siempre… tú… ¿cuidarías mi vejez?”. Ella, entrecerrando los ojos, se dejó mecer al calor del abrazo.
Excelente ilustración, como siempre. Mil gracias a quienes corresponda.
Paty es un texto conmovedor casi se me salen las lágrimas.
Sabes yo pienso que las personas que tienen este problema, en el fondo lo único que quieren es olvidar esa realidad que les parece patética.
Es un texto claro, fluido, humano.
Te felicito cada día escribes mejor.
Un relato que toca fibras e invita a la reflexión, sin duda una belleza,
La vi mirándose al espejo y reconocí a algunas mujeres a mi alrededor
Te leo mientras espero mi consulta médica. Veo pasar parejas mayores y me pregunto, ¿cuántas de ellas viven la historia de terror que ilustras?
El miedo me inunda…
Excelente texto, sutil y a la vez muy claro. Triste pero desafortunadamente real y frecuente,
Bien por ti Paty
Entre lagrimas, solo puedo decir que no conozco para nada a mis abuelos y quisiera hacerlo para entender a mi padre y mi familia. Gracias por estos sentimientos tia Paty.
¡Esa injusta bofetada, tras una vida de sumisión! Luego… queriendo borrar con lágrimas una triste enfermedad degenerativa. Felicidades!!! Excelente y a la vez, triste narración.
No puedo dejar de pensar en mi abuelita, siempre tierna y rosita. Amo la rebeldía a destiempo de mi Abuela, siempre tierna y rosita. Que triste realidad y al mismo tiempo tan cruda y realista.¡
Nunca somos lo que creíamos ser. Lo que fuimos y ya no somos.
Muy triste.La bofetada me dolio.
Como siempre, directo al corazón. Sabes tocar las fibras más sensibles y evocar recuerdos de personas similares a tus personajes.
Gracias por tu arte en letras.
Gracias a ti Yolanda, por leerme y tomarte el tiempo para enviar tu comentario. Un abrazo.
Una historia real y conmovedora, felicidades por saberlo relatar sin miedos !
Muy buen texto que refleja historias reales que acontecen en el devenir de los años y que de alguna manera puedes relacioar con personajes conocidos.
Felicitaciones por el texto.
Enfrentarse a esta enfermedad dónde pierdes la memoria, me parece muy difícil para los familiares más cercanos, quienes lo viven merecen mi profundo respeto. Pati un fuerte abrazo!!!