Autoría de 11:27 am #Opinión, Rodrigo Montera - Poema de Gol • 2 Comments

Homenaje a un partido homenaje – Rodrigo Montera

Hace un par de semanas jugué en el Estadio Azul.

Fue posible gracias a la invitación de un amigo.

Y qué amigo.

Choche es un pambolero que conozco hace tiempo sin conocerlo (como suele suceder en el futbol amateur: jugadores vemos, profesiones no sabemos).

Hace más de diez años, el capitán de un equipo en el que jugaba abrió el mercado local de transferencias: “¿Alguien conoce a alguien que juegue?”. Una semana después, con una mochila y una chamarra de los Pumas, Choche se presentó para reforzarnos.

Recuerdo su juego como irregular: a veces un buen pase, a veces un golazo, a veces torpeza en una falta (nunca malicia); a veces delantero, otras medio y en algunas ocasiones incluso era portero. Se podría decir que su encanto (e inevitable desencanto) era lo impredecible de su posición y de su técnica.

El equipó se disolvió y dejé de ver a Choche, y a sus artículos de los Pumas, las noches de los martes.

Comenzamos a encontrarnos por ahí, en el circuito de amigos y partidos en el que vivimos los pamboleros, ese universo paralelo donde cada liga es un planeta (con sus propias reglas, ecosistemas y árbitros) y donde equipos mal o bien uniformados, incompletos o con un montón de jugadores; donde leñadores, cachirules, jóvenes casi niños y eternos veteranos giramos alrededor del balón, el astro rey.

Luego cambié de ciudad, dejé de jugar (pandemia y rodilla) y cuando volví al hogar, y al futbol, inevitablemente me reencontré a Choche. Me alegró descubrir que había hallado su posición dentro del universo futbolístico. Y no sólo eso, la había inventado.

Chochegol es un canal de YouTube que tiene más de trescientos videos con partidos completos de futbol amateur femenil, varonil, mixto y también hay cascaritas en una cancha de concreto.

El canal es una curiosa videoteca, donde los jugadores de los equipos en los que participa Choche tienen la posibilidad de revivir las jugadas que antes sólo sobrevivían en los relatos de viva voz (un futbolista siempre es bardo de sus glorias y lesiones).

Esas grabaciones son un grandísimo obsequio, por más que duela descubrir que uno no tiene el porte de Beckham, ni la facilidad de Iniesta, o la precisión de Modric. Pero uno es uno y siempre debe celebrar lo que es, y puede descubrirlo y disfrutarlo gracias a Chochegol.

Ese es el primer obsequio que sentí que me hizo Choche desde su nueva posición. El segundo fue un obsequio nacido de un ritual.

Para honrar la memoria de su padre, recientemente fallecido, Choche organizó un partido homenaje en el Estadio Azul. Invitó a treinta amigos entre jugadoras y jugadores, llevó un amplificador para poner el himno de la liga cuando los equipos ingresaran al campo, rentó los uniformes de los Pumas y del América, y él se enfundó los colores de Jorge Campos.

La mañana del partido le escribí para saber cómo se sentía. “Estoy corriendo, nos vemos al rato”. Choche, antes de jugar, corría para poder jugar.

Aunque la frase es imprecisa: Coche corría para que sus amigas y amigos jugaran, para que la experiencia en el Estadio Azul, en honor a la memoria a su padre, fuera impecable. Y vaya si lo fue.

Cuando uno arma un equipo siempre aspira a contar con un jugador que haga jugar a los demás. Su juego, a veces invisible, luce cuando otros lucen.

Y en la vida uno aspira a contar con amigos como Choche, que te hacen vivir. Que hacen todo lo posible porque disfrutes la experiencia de compartir.

Choche logró que, entre amigas y amigos, jugáramos profesionalmente en un estadio que durante mucho tiempo fue de primera división.

Tanto fue así que, cuando acabó el partido, cada uno de nosotros teníamos una bebida con una taparrosca en la que venía una imagen con nuestro rostro en el cuerpo de un futbolista.

¿Qué gana Choche haciendo esto?

No lo sé. Pero sí sé lo que ganamos los que jugamos ese día.

Una estampa memorable.

Y de eso va la vida y el futbol.

¿O no acaso los futbolistas jugamos con el ánimo de ejecutar una jugada de la que podamos enorgullecernos para siempre? Y los futbolistas amateur, ¿no aspiramos a dejar en las canchas una pincelada del futbolista que un día soñamos ser?

Ese sábado en el Estadio Azul yo sentí que fui ese futbolista, y fue gracias a que tengo un amigo muy pero que muy grande, que juega para hacer jugar a sus amistades.

Gracias, Choche. Y por ese noble esfuerzo he aquí un homenaje para ti, que homenajeaste a tu padre el sábado 17 de agosto en el Estadio Azul, a las 17:00 (el juego se retrasó por lluvia), con marcador a favor de las águilas del América 3-0. Los que nos enfundamos el jersey de los Pumas te debemos una victoria, querido capitán y amigo.

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Last modified: 19 septiembre, 2023
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