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Presenta el periodista José Antonio Gurrea “Con olor a tinta” en la ciudad de Querétaro

NOTA: MERCEDES CORTÉS/LALUPA.MX

FOTOS: RICARDO ARELLANO/LALUPA.MX

En el coro bajo del Centro Estatal de las Artes, en el Centro Histórico de Querétaro, el periodista y narrador José Antonio Gurrea presentó el libro de crónicas periodísticas Con olor a tinta, un compendio de vivencias escritas bajo los mandamientos profesionales de “no mentir y no inventar”.  Pero también, en honor a su defensa permanente del periodismo profesional y a su persistente lucha por dar voz, rostro y nombre al ciudadano común.

Se trata de la quinta producción editorial del autor en la que se aventura y desentraña episodios de 40 años de vida profesional: reportajes en sitios inhóspitos; historias de vida y muerte; la tiranía en las esferas directivas de los medios de comunicación; el vaivén de incertidumbres en el oficio del reportero, entre otras satisfacciones y desafíos de la profesión.

Frente a una audiencia que mantuvo a tope el aforo integrado por lectores, colegas, amigos y comunicadores, José Antonio Gurrea sintetizó su participación oral para dar un breve homenaje a Eduard Punset y dedicar su trabajo periodístico “a todos quienes han descubierto que hay vida antes de la muerte”.

Foto: Octavio Juárez

La presentación de Con olor a tinta fue en el marco del ciclo “Tomo la Palabra” del Consejo Literario Queretano, y el análisis de la obra estuvo a cargo de Dalia Larisa Juárez Otero, Patricia López y Edgar Pulido.

Dalia Larisa Juárez Otero, poeta, docente y presidenta fundadora del Consejo Literario Queretano, ofreció una reseña en la que aseguró que “no hay mejor forma de conocer a las personas que a través de los laberintos de la literatura construida. En especial cuando tiene tintes autobiográficos como es el caso de Con olor a tinta, un libro de crónicas de no ficción, tejido de las memorias dentro de su quehacer periodístico”.

Dalia hizo hincapié en el reflejo que encontró durante su lectura respecto a los intereses institucionales, personajes autoritarios y zalameros capaces de perder la postura antes defendida por un mejor puesto. Así como el ego y las contradicciones.

Además, la autora de Ludovico el soñador, entre otras obras, destacó el ambiente de las redacciones y el quehacer del reportero narrado por el periodista, la relación entre la búsqueda de la noticia y aquellos pasajes inesperados con los que se encuentra.

Mercedes Cortés, la moderadora del evento (izq). Observa la periodista Patricia López

En su participación, el periodista cultural Edgar Federico Pulido, conductor de la serie Rock sin etiquetas del Canal 11, realizador de la serie Milenio y En busca de lo desconocido de TV Azteca, describió al autor como un reportero de la naturaleza humana y un periodista de decibeles bajos pero profundos.

Apuntó que en sus relatos se registra el afán por hacer periodismo de investigación y de denuncia, donde hace visibles zonas de injusticia e impunidad desgarrante, silenciosa. Virtudes que –dijo- únicamente puede tener una piel curtida, endurecida y capaz de reservar con impecable discreción el anonimato de sus protagonistas.

“El anecdotario conjunto elegido por José Antonio, nos replantea un cuestionamiento clave: ¿Qué significa ser periodista en México? Gurrea no se calla, con veracidad atroz disipa la duda”, dijo el reportero fundador de Hoy en la cultura, el primer noticiario cultural de la TV mexicana.

Patricia López, reportera de lalupa.mx y docente en la Universidad de Londres confesó que en la lectura de Con olor a tinta reafirmó el amor a la profesión periodística “un oficio que algunos consideran que requiere agarrar el gusto a ciertos sufrimientos”.

La ganadora de cuatro premios estatales de periodismo precisó que en décadas pasadas, los periodistas queretanos recomendaban amar mucho al periodismo o simplemente dejarlo rápido “porque si no lo hacías, la tinta se te metía en las venas, se quedaba para siempre y ya no podías irte, ni dejarlo ni separarte de él, como un gran amor, decían los más románticos. Lo que era un hecho es que, si pasabas demasiado tiempo, la única forma de sacarte de una redacción sería con los pies por delante”.

Y describió a este libro como una lectura obligada en razón de su escritura ligera y profunda, en la que aquello que se piensa sobre la figura que envuelve a los directores de medios de comunicación, se desmitifica. Y, al mismo tiempo, invita a los periodistas y a estudiantes de periodismo a retarse a sí mismos para adivinar los personajes descritos bajo el anonimato, pero, sobre todo, para recordar “el momento en el que la tinta se nos quedó en las venas, si es que como yo y muchos otros, no nos fuimos a tiempo”.

Juana Méndez, Amílcar Salazar y Víctor Polenciano

José Antonio Gurrea Colín es periodista y narrador con cuatro décadas de trayectoria en la que destacan reconocimientos como el primer lugar del Premio Alemán de Periodismo Walter Reuter en 2008 gracias a una crónica sobre Berlín, Alemania.

José Antonio Gurrea, con Alfredo López y Eli, su esposa

En 2009 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo del Club de Periodistas por una crónica sobre Bosnia-Herzegovina, así como por un reportaje sobre la legalización de la marihuana recreativa en Colorado, Estados Unidos en 2017.

Recibió el Premio Nacional de Comunicación José Pagés Llergo en la categoría de columna cultural por un texto sobre José Luis Cuevas.

Actualmente es director general del portal periodístico lalupa.mx

De igual manera es autor de los libros: Atisbos, Periplos, El largo y sinuoso camino de la transparencia y Otredad.

Con olor a tinta puede adquirirse en la librería café “El Desvelo”, ubicada en la calle Francisco Márquez no. 2, colonia Niños Héroes, en la capital queretana. O bien, en Amazon, Mercado Libre y Claro Shop.

A continuación, las participaciones íntegras de los presentadores:

Con olor a tinta, sencillo y directo, siempre entretenido

Dalia Larisa Juárez Otero

A José Antonio Gurrea tengo relativamente poco tiempo de conocerle, el enlace en común es nuestra amiga poeta y periodista Rocío G. Benitez. Cabe mencionar que el galardonado libro de R. Benitez Donde una vez tus ojos, ahora crecen orquídeas nació de una crónica de Gurrea, en la que los familiares recibían unos fragmentos de cráneo de una familiar desaparecida.

Me parece que la mejor forma de conocer a las personas es a través de los laberintos de la literatura construida. En especial cuando tiene tintes autobiográficos como es el caso: “Con olor a tinta” es un libro de crónicas de no ficción, tejido de las memorias dentro de su quehacer periodístico. No pude evitar sentirme identificada en el reto que supone el compromiso editorial y escrito frente a los intereses institucionales que, si bien a mí no me ha tocado trabajar en periódicos, todas las instituciones están llenas de personajes autoritarios, zalameros, o que pierden la postura que defendían por un mejor puesto. El gran ego descrito –no en uno, sino en varios personajes– y las contradicciones dentro de esas personalidades que se desdicen y ni ellos se entienden, me recordó mi propio trayecto laboral. Los jefes, no importa el área que dirijan, pareciera que están cortados con la misma tijera, modelados con la misma tiranía. La descripción de los maltratos, cuya justificación es subrayar quién manda, y no tanto cuál fue la razón del mismo, es una cualidad de los cretinos que rara vez se han ganado su puesto.

Luis RodMun, editor de MONEY, Economía y Negocios de Querétaro (izq.) y Luis Palomino gerente de la Agencia de noticias Quadratín Querétaro.

Por ejemplo, en la página 19, dice: “(…) Lo suyo era despedir a la gente, y así, quedar bien con los altos mandos en las juntas directivas de México, presumiendo “ahorros” a costa de los trabajadores echados a la calle”.

Amílcar Salazar y Juana Méndez con el autor

La conclusión de relaciones laborales, rara vez es causa del trabajador, más si se trata de la historia del periodismo y editoriales a nivel global. Los periódicos impresos han reducido su tiraje, la mayoría de las personas leen las noticias a través de medios digitales. Esto ha llevado a muchos periódicos sin otra alternativa que el financiamiento público, y a desequilibrar los contenidos de texto e imágenes. Pocos han podido sobrevivir y adaptarse a estos nuevos retos.

Pero, el libro no se detiene en estas aventuras en las oficinas de redacción y prensa. Las más interesantes, desde mi perspectiva, son las que tienen que ver con los viajes en búsqueda de la noticia, que muchas veces colectan información que no buscaban. Por ejemplo, el fenómeno complejo del narcotráfico, que ha llevado a muchas personas a desplazarse lejos de los territorios donde están sus raíces, dejando todo, apenas con una maleta en mano para no levantar sospechas de su huida. También el sobre juzgamiento de los periodistas al hacer el recorrido de México a Estados Unidos, para hacer una entrevista y vivir el encierro unas horas, a pesar de tener todos los papeles y los permisos en orden.

Durante la ronda de preguntas y respuestas, Dante Aguilar destacó la importancia del periodismo narrativo

Otra escena, descrita a partir de la página 67, en el capítulo “Zona Narca” que se desarrolla en un restaurante con una atmósfera ecléctica de la estética mexicana, hecha más para turismo gringo que para el nacional en la frontera (Nogales), donde el grupo de reporteros hicieron parada para comer. La comida se convirtió en un campo de batalla, pero de platos, cubiertos y cualquier cosa lanzable. El motivo: una mujer despechada por la infidelidad en público de su pareja, un narco que se había citado en el restaurante con una mujer diez años menor que él. La jovencita sale huyendo del lugar, la mujer enojada es sacada por personal del restaurante y los comensales reciben una disculpa del tipo que le echa la culpa a su mujer, que de loca no la baja. Acto seguido, ofrece pagar todas las cuentas de los comensales, y para colmo, quienes no aplauden en agradecimiento, les pregunta en tono amenazante si no se sienten agradecidos que se les pague su consumo. Nadie se niega, por supuesto y el jefe del narco paga en efectivo, exhibiendo un maletín lleno de billetes, con un extraño gesto de orgullo en el rostro.

En medio de los traslados entre México y Estados Unidos, resulta curioso encontrarse en la madrugada a Las Vegas, Nuevo México (pág.44), que mientras es narrado con sorpresa por José Antonio Gurrea, yo misma como lectora, me sorprendo de tal información, pues me era desconocida. La descripción de los “tovareros” (p.52), que compran autos y camionetas usadas en EUA para revender en México y mantener a sus familias, también me pareció un mundo sorprendente, que habla del esfuerzo de hombres mexicanos por mantenerse a flote.

Foto: Octavio Juárez

Este libro también recapitula compañeros y amistades memorables, por las singularidades de cada uno de ellos. Los refugiados políticos, los que son izquierdistas de pose, cineastas mexicanos antes de ser famosos, los periodistas de espectáculos, personas que murieron antes de recibir justicia, o bien, buscándola. Cada una de las historias de no ficción autobiográficas son en sí mismas interesantes, con buenas pizcas de humor, para que la tremenda realidad no sea insoportable.

El reportero Carlos P, Jordá en primer plano

Solamente me resta decir que es uno de los libros que más gozo a la lectura me han proporcionado, la lectura es sencilla y directa, siempre entretenida. Totalmente recomendable.

¿A que huele la tinta con que se hace periodismo en México?

Edgar F. Pulido

José Antonio Gurrea es un cazador de historias, reportero de la naturaleza humana y periodista de decibeles bajos, profundos. Las crónicas de José Antonio Gurrea son como el sonido persistente, mecánico y sórdido de una vieja rotativa. Su lectura va sellando notas, apuntes, andar periodístico.

Su contenido es verídico y está sometido solo a dos principios: No mentir, no inventar. Deja huella que horada “Con olor a tinta”, que nos adentra a un oficio cuya situación límite es nunca olvidar el mantra “una nota, un reportaje, una crónica no vale una vida”.

El autor, con Édgar Pulido y Dante Aguilar, coordinador de Comunicación Social del Municipio de Querétaro

Sus relatos registran el afán por hacer periodismo de investigación y de denuncia, 2 donde hace visible zonas de injusticia e impunidad desgarrante, silenciosa. Jerarquiza las prácticas del medio, la utilidad del negocio y su perversión como arma política. Ante ello el periodista edita, resalta, privilegia siempre el contenido.

En esa escala de registros, las crónicas de Gurrea son denuncias también del ámbito periodístico como poder, de las veleidades, mezquindades y vilezas de quienes pueden ejercerlo. Saberlos vivir y mejor aún saberlos contar, exige una piel curtida, endurecida, que sepa reservar con impecable discreción el anonimato de sus protagonistas. Aunque el autor nos entrega pistas suficientes para deducir de quien se trata.

Vivimos tiempos difíciles para el ejercicio periodístico. Decirlo parece un lugar común al cual nos hemos acostumbrado. Los medios públicos del gobierno han sido colonizados por la expansiva doctrina populista; los noticiarios son sesgados y partidistas; los espacios estelares de la televisión oficial son ocupados por periodistas militantes de análisis y humor chafa; se ha eliminado a la agencia Notimex por inanición y cotidianamente vemos la simulación de una conferencia de prensa, que es instrumento de propaganda, de sistemáticas mentiras y una narrativa de polarización.

Los periodistas fuera de la órbita del valle del altiplano son víctimas del acecho y acoso de la mafia criminal y con frecuencia cada mañana son denostados algunos de sus rostros más visibles, más conocidos, desde el aparato de propaganda más estridente, destructor y poderoso en México.  

En consecuencia, el atentado e intento de asesinato al respetado periodista Ciro Gómez Leyva, lastima, advierte y asusta.

A este adverso clima social y político, se le añade un precedente peligroso para atentar contra la libertad de expresión, usando como arma política una ley que asocia violencia a un dicho, una palabra o una opinión. Una nueva resistencia es crucial para detener está persecución ciudadana usada como “violencia política de género”, creando listas negras y acoso judicial a expresiones e ideas, generando un ambiente de linchamiento y de coerción por un grupo de burócratas que sancionan desde un tribunal.

Con olor a tinta atisba en la trayectoria de cuatro décadas de un periodista de tiempo completo forjado en algunos de las redacciones de los diarios y revistas más importantes del país, como el periódico Uno más uno, El Día , Excélsior, El Financiero , El Universal y Etcétera, desde distintos encargos y responsabilidades.

Sus relatos hurgan ahí, por momentos, funciones y tiempos precisos. Gurrea piensa, escucha, ve y registra como periodista.

El anecdotario conjunto elegido por José Antonio, nos replantea un cuestionamiento clave: ¿Qué significa ser periodista en México? Gurrea no se calla, con veracidad atroz disipa la duda.

Foto: Octavio Juárez

El periodista nos propone celebrar con esta lectura un maridaje de sensaciones y atisbos, a los llanos infiernos a que huele la tinta con que se hace periodismo en México.

Cuando la tinta se queda en las venas

Patricia López

Hace muchos años los periodistas de Querétaro recomendaban amar mucho al periodismo o simplemente dejarlo rápido, porque si no lo hacías, la tinta se te metía en las venas, se quedaba para siempre y ya no podías irte, ni dejarlo ni separarte de él, como un gran amor, decían los más románticos. Lo que era un hecho es que, si pasabas demasiado tiempo, la única forma de sacarte de una redacción sería con los pies por delante.

Con olor a tinta me recordó esa frase, cada anécdota refrenda un poco más el amor a la profesión, una profesión y un oficio que algunos consideran que requiere agarrar el gusto a ciertos sufrimientos.

Las experiencias que se narran en el libro sobre los jefes despóticos, soberbios, sin ser de Querétaro, se asemejan mucho a los mismos jefes despóticos y soberbios que podemos ver en cualquier lugar.

Las complicidades y los reclamos, la necedad de querer resolver todo ofreciendo la información como un escaparate navideño, se repiten a diferentes rangos y guardando las debidas proporciones, a veces enormes proporciones.

Los entrevistados, amables cuando son desconocidos, arrogantes cuando el público les aplaude, también son una realidad. Sus condiciones cambian, la del periodista no.

Tal vez por eso, entre las anécdotas que más disfruté fue justo la que habla de las utopías, que me recordó justo a esos proyectos, amistades y lazos que construimos entre periodistas, entre reporteros, entre los compañeros que nos quedamos más allá de las redacciones, de los partidos, de los gobiernos, de las figuras que están de moda. Al final, solamente quedamos nosotros y tal vez ni siquiera nosotros, tal vez ni nuestras construcciones.

Foto: Octavio Juárez

Con olor a tinta, escrito de manera ligera y profunda por José Antonio Gurrea, se vuelve indispensable para desmitificar lo que pensamos de quienes dirigen muchas veces a los medios, porque lo hacen con una visión empresarial, por eso es una lectura obligada.

Amilcar Salazar hizo una reflexión sobre las implicaciones del cierre de Notimex

Los empresarios son necesarios, indispensables para los medios de comunicación, pero necesitamos empresarios que crean en el periodismo, que lean este tipo de libros para entender lo que pasa en nuestras áreas y apostarle a nuevos proyectos.

También necesitamos que los estudiantes de periodismo lo lean, que se reten a sí mismos a adivinar los nombres que no aparecen de manera explícita, pero principalmente invitaría a quienes ya ejercemos, a leer este libro para que nos enojemos, nos reconfortemos unos con otros al identificar nuestras propias experiencias y, sobre todo, para recordar el momento en el que la tinta se nos quedó en las venas si es que, como yo y muchos otros, no nos fuimos a tiempo.

La última y nos vamosde izquierda a derecha, Luis Palomino, Luis RodMun, Octavio Juárez, Josúe Méndez, Carlos P. Jordá y Meche Cortés acompañan al autor

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Last modified: 25 enero, 2024
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