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Las ventajas de la soberanía tecnológica en la era digital – Fernanda Arvizu Arroyo

Introducción

La Guerra Fría (1945-1989) implicó una confrontación ideológica entre el socialismo y el capitalismo. Al finalizar, hubo un cambio del paradigma, ya que la salida del socialismo permitió la entrada de nuevos actores al sistema internacional, además de nuevas ideologías políticas para el libre comercio, el crecimiento de industrias y el desarrollo de avances tecnológicos. Esto llevó a una interdependencia entre Estados, es decir, se creó una interconexión entre las naciones que permitió el proceso de globalización.

Este acontecimiento histórico trajo una serie de cambios en el desarrollo tecnológico y las formas de comunicación, ya que permitió establecer una red internacional para estar conectados con diferentes culturas y naciones. Actualmente, este proceso ha tenido un gran peso en el sistema internacional, ya que las sociedades dependen de los avances tecnológicos en diferentes sectores como el económico, el médicos o la política. De la misma forma, a partir de esto se necesita una soberanía tecnológica que defienda la información de los usuarios de diferentes naciones; adquiere importancia cómo los Estados han intervenido para la seguridad de sus ciudadanos a través de este tipo de soberanía y la influencia que tienen para la gobernanza global.

La metodología utilizada en este trabajo parte de una recopilación de información, con la cual se mostrarán documentos o artículos de investigación sobre el impacto de la soberanía tecnológica en la actualidad, así como se presentarán ejemplos descritos por notas periodísticas. Se dividieron tres apartados con el propósito de mantener una organización y estructura del trabajo.

1. ¿Qué es soberanía tecnológica?

Antes de definir este concepto es necesario tener en cuenta que la soberanía se refiere a la capacidad que tienen los Estados para garantizar políticas que estén orientadas a las normativas de cada Estado sin la intervención de otro; además, dentro de la gobernanza global permite un respeto mutuo para la cooperación internacional, ya que reconoce la capacidad que tiene el Estado para la autodeterminación de su política doméstica, y que a su vez la soberanía sea una vía para la solución de conflictos en común, y evitar que el bienestar de su población se vea afectado.

Una forma de entender la soberanía tecnológica es a partir de la analogía que presenta Haché (2014, p. 9) con la soberanía alimentaria, en la cual se cambiarían las palabras “alimentaria” por “tecnología”, y “agricultores y campesinos” por “desarrolladores de tecnologías”:

La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende los intereses de, e incluye a las futuras generaciones. Nos ofrece una estrategia para resistir y desmantelar el comercio libre y corporativo y el régimen alimentario actual, y para encauzar los sistemas alimentarios, agrícolas, pastoriles y de pesca para que pasen a estar gestionados por los productores y productoras locales. La soberanía alimentaria da prioridad a las economías locales y a los mercados locales y nacionales, y otorga el poder a los campesinos y a la agricultura familiar, la pesca artesanal y el pastoreo tradicional, y coloca la producción alimentaria, la distribución y el consumo sobre la base de la sostenibilidad medioambiental, social y económica. La soberanía alimentaria promueve el comercio transparente, que garantiza ingresos dignos para todos los pueblos, y los derechos de los consumidores para controlar su propia alimentación y nutrición.

La función de la soberanía tecnológica es crear tecnologías desarrolladas desde y para la sociedad civil, es decir, que permitan a los ciudadanos la capacidad de tener acceso al conocimiento de manera gratuita y sin la restricción de empresas que privaticen estas técnicas (Martínez, 2015, p. 8); y también que funcionen como una alternativa a las tecnologías comerciales o militares. De igual forma, la soberanía tecnológica busca una responsabilidad social, que sea transparente ante sus políticas públicas, para que los usuarios tengan la confiabilidad ante esta. Principalmente ocupa software o licencias libres para que los usuarios puedan verificar que todas las herramientas sean transparentes y que su información personal está protegida.

2. La relación entre los diversos actores en el sistema internacional

Al no existir un gobierno mundial que defienda a todos los usuarios, cada nación toma libremente las decisiones que crean convenientes para llevar a cabo en la era digital, es decir, sus acciones son un reflejo de sus políticas domésticas. Como es bien sabido, la gobernanza global es el conjunto de pautas, normas o acciones que permiten la relación entre los diversos actores del sistema internacional, es por ello que la soberanía tecnológica es un tema fundamental para conocer cómo es que la gobernanza global funciona, ya que en este tema existe una relación estrecha entre los nuevos actores y los Estados para el bien común de sus naciones en cuestiones de desarrollo tecnológico en la comunicación y en el acceso del conocimiento.

Como explica Candón (2012, p. 14), la privacidad de los datos, los términos de uso abusivos, la posibilidad de censura, el control y vigilancia a la que están sometidos los usuarios, y la acumulación de poder en pocas manos que supone la disposición de tal cantidad de información suponen un grave riesgo para la privacidad y la libertad, especialmente en el caso de los movimientos sociales sometidos a la presión de los gobiernos y poderes económicos. El caso de Wikileaks ha mostrado cómo servicios comerciales como Amazon o PayPal están dispuestos a obedecer ciegamente a los gobiernos si estos les presionan para censurar contenidos indeseables para los poderes establecidos.

Uno de los procesos tecnológicos que se presentan como la contraposición del monopolio tecnológico es el movimiento de software libre, ya que cuestiona las formas actuales de apropiación del conocimiento y de la información, y postula a este tipo de programas como una alternativa para ampliar el acceso a la tecnología y cambiar la revolución digital en curso. La definición de software libre vuelve a la idea de intercambiar libremente los conocimientos y las ideas como puede verse, tradicionalmente, en el campo científico.

Haciéndolo accesible, el software libre garantiza igualdad de oportunidades y protección de la privacidad. Además, permite que la persona que lo obtiene pueda usarlo, copiarlo, modificarlo y distribuirlo, mientras que el software propietario no permite ninguna de esas acciones (Candón, 2012, p. 9).

La Unión Europea, por su parte, en el ámbito de tecnologías ejerce un liderazgo desde el marco legal. Se destaca la Estrategia para el Mercado Único Digital, implementada en 2015 y que está apuntada a tres cuestiones: administración de los datos, ciberseguridad y plataformas online. La táctica de la UE se estructura en tres metodologías: mejorar el acceso a través de internet para los consumidores y las empresas en toda la región; crear las condiciones adecuadas para el florecimiento de las redes y servicios tecnológicos; y maximizar el potencial de crecimiento de la economía de la Eurozona.

Distinto es el caso latinoamericano, en el cual la integración no ha avanzado lo suficiente en lo estatal (proyectos como CELAC y Mercosur son permanentemente lesionados por los procesos neoliberales y la ausencia de prioridad de gobiernos afines), favoreciendo la creación de mercados con monopolios u oligopolios privados, que desplazan los intereses de las poblaciones por debajo del afán de lucro de las grandes corporaciones. Por último, Estados Unidos es el país cuyo liderazgo en cuanto a desarrollo de software parece ser indiscutible, dado que las mayores empresas del rubro y que ejercen un dominio casi monopólico en Occidente son precisamente de allí: por sólo mencionar los casos más conocidos, como la multicorporativa Meta (Facebook), que tiene en la actualidad más de 2.7 mil millones de usuarios, esta red social ha sido clave en los últimos procesos electorales en distintos países de todo el mundo, lo cual no ha exceptuado a Latinoamérica.

Del mismo país es la megacorporación Google (Alphabet), cuyo buscador ha monopolizado la forma en la que buscamos y encontramos información y conocimiento en la web, no sólo de aficionados, sino también de académicos y profesionales de prácticamente todo el mundo. Lo cierto es que el predominio de estos gigantes y sus estrategias de monetizar cada servicio no sólo enriqueció a sus dueños, sino que les permitió dominar casi por completo la forma en la cual la mayor parte del planeta utiliza y accede a la información y el conocimiento (Ceballos, Maisonnave, Londoño, 2020, p. 159).

Los riesgos tecnológicos, que no respetan fronteras, obligan a que los Estados colaboren y cooperen cada vez más entre ellos para garantizar un mínimo de efectividad en la solución de problemas globales que afectan a los ciudadanos (Campo, Alvis, Acevedo, 2020, p. 14).

La Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI), que tuvo lugar en 2003 y 2005, impulsó la creación del Foro para la Gobernanza de Internet (FGI), espacio de debate anual en el que organismos internacionales, gobiernos, profesionales de internet, empresas y organizaciones de la sociedad civil pueden explorar, en igualdad de condiciones, el desarrollo de internet y su interacción con otros ámbitos del poder público (Unesco, 2021).

En efecto, debido al gran impacto que han tenido los avances tecnológicos para la relación de diversos actores en el sistema internacional, la gobernanza del internet ha entrado como una forma de orientación y protección de los usuarios, así como la creación de normas que permitan un orden y compromiso por los actores estatales y no estatales de mejorar la libre circulación del conocimiento.

3. Conclusiones: las ventajas de que un Estado utilice la soberanía tecnológica

Los organismos y su autonomía han sido fortalecidos a medida que avanzó la tecnología. Con el surgimiento de las redes digitales, el acceso móvil a la web, los teléfonos inteligentes (smartphones), la geolocalización global integrada y el almacenamiento de información en la nube, entre otras funcionalidades, las empresas privadas y los Estados de origen que las respaldan obtuvieron enormes cantidades de datos de personas, sociedades, poblaciones y gobiernos.

Los avances tecnológicos como el big data, desarrollado y obtenido de inteligencia artificial (IA), que se encuentra tras las redes sociales digitales, dispositivos móviles y almacenamiento en la nube, continúa alimentando a las grandes corporaciones informáticas de Estados Unidos, así como a las empresas tecnológicas chinas. En buena parte, gracias a que ellos, EE. UU. y China, han logrado una brecha tecnológica a su favor, que a su vez ha conducido a un aumento de sus capacidades relativas y, en definitiva, a un mayor poder en el sistema internacional (Ceballos, Maisonnave, Londoño, 2020, p. 159).

De hecho, China ocupa la soberanía tecnológica para la seguridad de su población, aunque de manera internacional la ocupa como una herramienta para mantenerse en una buena posición, ya que es considerada una de las principales potencias. Un ejemplo de cómo China toma medidas en su soberanía tecnológica es prohibiendo las criptomonedas en su nación. Citando a Pascual (2021, párrafo 6), el giro de China hacia la privacidad puede interpretarse como una respuesta a las políticas occidentales aplicadas contra las empresas asiáticas. Las autoridades están poniendo reservas a que las empresas que tienen datos sobre ciudadanos chinos salgan a bolsa fuera del país. Es una reacción recíproca a la que tuvo EE. UU. cuando el presidente Donald Trump prohibió en el país la descarga de las aplicaciones chinas TikTok o WeChat.

Esto nos demuestra que la soberanía tecnológica puede ser utilizada como contrarrespuesta hacia otra nación y para evitar la influencia de esta, ya que busca que sus políticas sean cumplidas también en el ámbito tecnológico.

Aun así, se puede utilizar este tipo de soberanía como una soberanía inteligente, ya que, como explica Helmut (2018, p. 20), la adopción de una noción de soberanía que implique que los Estados tengan en cuenta el “mundo exterior” de otras naciones a la hora de elaborar la política nacional también podría significar que las cuestiones que se abordan con mayor eficacia a través de la cooperación internacional pasarían en virtud del interés nacional ilustrado. Este tipo de situación se puede ver reflejada en la cooperación que existe entre Alemania y Francia.

Para estos Estados, la idea de una inteligencia artificial (IA) ética y digna de confianza tiene mucho atractivo. El ecosistema de IA de Francia es muy dinámico; un estudio realizado por Roland Berger identificó que Francia estaba a la cabeza en inversión (extranjera) dentro de la UE. Alemania, de acuerdo con el mismo estudio, iba justo detrás. En cuanto a las políticas públicas, sin embargo, Alemania, pese a ser inicialmente lenta en abordar los problemas de la IA, posteriormente aceleró sus propuestas a partir del segundo semestre de 2018. Se creó una comisión de investigación y en noviembre de 2018 publicó la estrategia nacional sobre la materia, que se complementó con audiencias públicas y de expertos y otros eventos (Pallete, 2016, p. 58).

Con estos dos ejemplos anteriores se puede observar que existen dos ventajas principales de la soberanía tecnológica desarrollada por los Estados. En primera, les da la autodeterminación al elegir qué desarrollos tecnológicos son convenientes para sus políticas y que protejan la seguridad de sus ciudadanos ante otros Estados u actores no estatales. La segunda, que permite una cooperación entre naciones para la creación de nuevas tecnologías.

A manera de cierre, es necesario tomar en consideración ciertos puntos esenciales para la soberanía tecnológica. En primera, que al finalizar la Guerra Fría se dio una apertura al desarrollo tecnológico en los sistemas de comunicación y la interdependencia de los Estados, es decir, nos demuestra que un desarrollo tecnológico no puede ser separado de un acontecimiento histórico. Además de que se buscan nuevas tecnologías para que la sociedad civil pueda proteger su información, den acceso gratuito al conocimiento y sean transparentes ante las herramientas que utilizan.

Ahora bien, si el mundo está en constante cambio hay que conocer la diversidad de los nuevos actores en el sistema internacional, así como los nuevos paradigmas que permiten la conexión entre los actores no estatales y los Estados para la creación de políticas que permitan el desarrollo de la nación. En este caso, la soberanía tecnológica nos muestra que es necesario crear políticas que cumplan con las necesidades de los ciudadanos y estar en constante actualización ante los avances tecnológicos, ya que son un nuevo factor que ha permitido la relación entre Estados.

La soberanía tecnológica puede ayudar a un Estado en cumplir sus políticas domésticas como posicionarse en el sistema internacional, además de proteger la información privada de sus ciudadanos y darles el derecho de tener el control de su actividad informática a través de un software libre.

Bibliografía de referencias

  • Anheier, Helmut K. (2018) “Global Governance”, in Juergensmeyer, Mark, Saskia Sassen, Manfred B. Steger, and Victor Faessel, The Oxford Handbook of Global Studies, USA: Oxford University Press, 20.
  • Haché, A. (2014) ‘Soberanía Tecnológica’ Dossier Ritimo, p. 9.
  • Martínez, F. (2015) ‘Soberanía Tecnológica y Gobierno Abierto. Profundizando en las Necesidades Democráticas de la Participación desde la Tecnopolítica,’ Revista Internacional de Pensamiento Político. Universidad Pablo Olavide, Vol. 10, p. 8.
  • Campo, Alvis, Acevedo (2020) ‘Estado y soberanía en el ciberespacio’ Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal. Universidad Santo Tomás, Bogotá: Colombia. p. 14.
  • Candón (2012) ‘Soberanía Tecnológica en la Era de las Redes’ Revista Internacional del Pensamiento Político. Vol. 7, p. 9.
  • Ceballos, Maisonnave, Londoño (2020) ‘Soberanía tecnológica digital en Latinoamérica’ Revista Propuestas para el Desarrollo, número IV, p. 159.
  • Pallete, J. (2016) La soberanía digital de Europa: de regulador a superpotencia en la era de la rivalidad entre EE. UU. y China, Digital Policy Lab, Telefónica. p. 58.
  • Pascual, M., (2021) El gran salto adelante digital de China. Disponible en: https://elpais.com/tecnologia/transformacion-digital/2021-10-03/el-gran-salto-adelante-digital-de-china.html%20/ (Consultado el 8 de junio de 2021).
  • Unesco (2021) ‘Gobernanza de Internet’ UNESCO. Disponible en: https://www.unesco.org/es/internet-governance (Consultado el 10 de junio de 2022).

FERNANDA ARVIZU ARROYO ES ESTUDIANTE DE LA LICENCIATURA EN RELACIONES INTERNACIONALES DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE QUERÉTARO (UAQ)

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Last modified: 2 febrero, 2024
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