Este año es particularmente interesante por una simple razón: la cantidad y tipo de elecciones que se efectuarán en el mundo. A ello hay que adicionarle que muchos de los comicios programados se celebrarán en países de gran relevancia para el escenario internacional. Entre ellos se encuentra Estados Unidos de América (EUA). ¿Cuál es su panorama político?
Además de las elecciones presidenciales en México y Rusia, y de las parlamentarias en Reino Unido e India, los comicios en EUA acaparan la atención política en este año. El 5 de noviembre la segunda democracia más amplia del mundo elegirá a su presidente, la totalidad de la Cámara de Representantes y el 33 % del Senado. Serán las votaciones más grandes en la historia del país de las barras y las estrellas.
Mucho está en juego. Además de los puestos señalados, la política doméstica y exterior de la actual hegemonía mundial pende de un hilo ante los comicios de noviembre. Quien venza podrá dirigir a la nación desde la Casa Blanca, manteniendo y fortaleciendo el curso actual de la política estadounidense, o bien, podrá cambiar drásticamente los objetivos y acciones de Washington hacia dentro y fuera del país.
Desde hace tiempo y hasta la fecha se siguen celebrando elecciones primarias en las que los votantes apoyan una candidatura u otra del partido a quien le han entregado su respaldo. En el caso de los demócratas, si bien el actual presidente Joe Biden participa en ellas, sabemos que será quien obtenga la nominación de su partido al final del proceso. En cambio, en el lado de los republicanos, la situación fue más compleja, puesto que participaron más de una docena de militantes, pero, al paso del tiempo, se ha reducido a un nombre la lista.
Hasta hace poco, dos políticos se mantenían en pie en la lucha por la nominación republicana. Ronald DeSantis, gobernador de Florida, era un fuerte candidato del partido. Con él, Nikki Haley, exembajadora de EUA ante la Organización de las Naciones Unidas, protagonizaban los debates y las encuestas. Sin embargo, el abandono del primero y la incorporación de Donald Trump a las elecciones primarias desequilibró significativamente el panorama para los precandidatos republicanos.
Haley pudo vencer en las elecciones primarias de un estado, pero en todos los demás perdió ante el exmandatario. Así, la semana pasada la única mujer republicana en la contienda anunció su retiro de la carrera, no sin antes advertir a Trump que no debe hacer caso omiso de las múltiples preocupaciones de los militantes del Partido Republicano, como dando un mensaje en clave de que su agenda y proyecto debe incluir a otras voces del partido.
A pesar de lo anterior, la justicia estadounidense tiene la última palabra para determinar la participación de Trump en las elecciones de noviembre. El exmandatario ha enfrentado denuncias en varias ocasiones; en algunas ha podido salir adelante, pero en otras ha sido encontrado culpable de sus acciones. Hasta ahora, las culpas han sido mínimas, relativamente fáciles de pagar para el exmandatario.
Sin embargo, aún falta superar la última prueba para poder contender en los comicios: quedar absuelto de su participación en el controversial, mundialmente conocido e impactante, episodio llamado Asalto al Capitolio. Sólo así podrá enfrentarse a Biden en la boleta y tener la posibilidad de convertirse otra vez en el presidente de EUA. Hasta ahora, no ha habido mucho progreso en la investigación del caso señalado, por lo que hoy por hoy Trump sería el candidato republicano a la presidencia del país.
De esta manera, la política estadounidense se perfila para un segundo round entre Biden y Trump, uno quizá más agresivo y determinante que el efectuado en 2020. Hay mucho por ganar en estos comicios, por lo que se estima que el nivel de polarización sea uno elevado, lo que podría atraer a más violencia de diversa índole y enfrentamientos entre acérrimos seguidores de ambos partidos. No cabe duda de que nos siguen varios meses de intensa actividad política en ambos lados del Río Bravo.
