Autoría de 12:41 am #Destacada, Querétaro 2024

–Felifer, ¿rudos o técnicos? –Técnicos… técnicos desde siempre…

CRÓNICA: ROBERTO PABLO/LALUPA.MX

La lucha libre se parece mucho más a una película de acción donde el público interactúa con el elenco, que a una justa deportiva tradicional. Acá no hay partidas aburridas. Acá el referí no está para impartir justicia, sino para engrandecer el show. Acá la pasión se muestra con la potencia de la garganta y no con un escudo. Pero hoy no es un domingo común en la Arena Querétaro.

Para empezar la entrada ha sido gratuita, y la presencia del logotipo del Partido Acción Nacional pisa con fuerza en todo el recinto. La gran mayoría de la audiencia porta playeras y gorras con la doble F; máscaras bordadas con una D y una V; y camisetas donde se lee: “Me la rifo x ti”. Además, hay una porra con bombos y silbatos, en una de las esquinas de la parte alta del lugar, que viene a mostrar su apoyo a alguien cuyas batallas no se llevan a cabo arriba de un ring.

La bulla se hace ensordecedora cuando la candidata a la diputación por el primer distrito, Dulce Ventura (DV), convida a Felifer Macías (FF) a subirse al cuadrilátero y ponerse la máscara. “Porque juntos vamos a luchar por sus familias, por sus hijos, ¡y por toda la economía de Querétaro!”, exclama.

Sería una mentira decir que con esa máscara azul Felifer podría confundirse con un luchador profesional. Y no es que su musculatura no dé para ello, todo lo contrario: se le nota que el trabajo de gimnasio es algo que lleva haciendo por un buen rato. Sin embargo, figuras como Súper Porky y Kemonito dejan en claro que el fisicoculturismo y la lucha libre no van precisamente de la mano. Esto no quita por supuesto, que los luchadores sean atletas y acróbatas. Casi en su totalidad.

“En mi administración municipal vamos a dignificar nuestra arena Querétaro”, dice Felifer al tomar el micrófono en el centro del ring, “vamos a fomentar la lucha libre y el deporte. Porque los deportes son principios y valores y son disciplinas que necesitamos en nuestra sociedad”.

Menciona también que la lucha libre y el boxeo es parte de la cultura e identidad queretana, y que por ello es necesario contar con un espacio digno y óptimo. “¿Les gustaría que yo como su presidente municipal hable con los dueños (de la arena) para que la hagan más bonita?”. El público responde que sí al unísono.

Otro cuyos bíceps parecen ser estrangulados por la camiseta que lleva puesta (desde tiempos inmemoriales) es Adolfo Ríos; el mítico portero del América y de la Selección Mexicana, a quien Felifer presenta con todas sus credenciales: “…pero antes que cualquier otra cosa: un luchador social”, dice. El vitoreo para el también conocido como Arquero de Cristo es casi general, sólo un señor en la primera fila se niega a brindarle las palmas. De lejos se le nota que es un aficionado de Chivas.

El bochorno se hace intenso; la multitud agradece que los discursos hayan sido concisos, y no porque ya se quieran retirar, más bien es que la gente está ávida de acción en el cuadrilátero. Infantes en su mayoría, puesto que, como dijo la candidata Ventura, esta es la celebración del día del niño.

La voz del altoparlante anuncia que la función está por comenzar. Charolas con vasos de plástico con refresco rojo, amarillo y verde se atraviesan en el panorama. Bolsas transparentes llenas de palomitas blancas y chicharrones de harina anaranjados. Bandejas con dulces que cubren todo el espectro cromático. Sí, la lucha libre mexicana debe ser uno de los espectáculos deportivos más coloridos a nivel mundial. Y la variedad de aromas es vasta también.   

Adolfo sigue firmando autógrafos y posando para selfies de la fanaticada cuando ya ha arrancado el primer encuentro del cartel. Luchan de dos a tres caídas sin límite de tiempo, por supuesto. Joshua y su primo, un par de adolescentes, vuelcan todo su apoyo al Androide, un enmascarado técnico, y gritan que “no se nota el talento” en los rivales. Por su parte, Juan Tadeo, de ocho años, y su hermano Azael, de nueve, aseguran ser “rudísimos”. Mientras tanto Felifer se da la vuelta por la parte alta de la arena, saludando a quien se le pone enfrente y regalando máscaras. Todo el mundo quiere la suya.

Minerva dice que prefiere el box o el básquet, pero que no podía rechazar la invitación que se le hizo hace un rato que estaba en el mercado, cuando el equipo de los candidatos la notó muy uniformada con su playera del partido. En 40 años de vivir en Querétaro, nunca había venido a la lucha libre, pero dice que esos mismos 40 años lleva siendo devota del PAN.

“Siempre por el PAN, es lo que se me hace más seguro. Lo que quiero yo, y por lo que ando peleando es por la seguridad”. Minerva asegura que desde que fuera diputado, ella ya auguraba que Felifer sería presidente municipal. “ Yo voy a votar por Felifer y por (Agustín) Dorantes”, dice mientras sigue con la mirada el recorrido de su candidato ahora que ha bajado al primer piso del inmueble. “Tiene cara de niño”, ríe.

Mentadas de madre comunales al referí; los rudos estrellando la entrepierna del rival contra una de las esquinas del ring; enmascarados saltado de la tercera cuerda y aterrizando casi sobre el público; un señor con bigote vendiendo tortas de jamón. Cada que acaba un round, la gente se para de sus asientos para pedirle fotos a sus luchadores y luchadoras favoritas. También para pedirle fotos y máscaras a los candidatos.

Por fin regresan a sus asientos.

–Felifer, ¿rudos o técnicos?, le pregunta este reportero.

–Técnicos –responde–. De toda la vida. Desde Máscara Sagrada, Octagón…

–¿Por qué?

–Es que los del PAN y los queretanos respetamos las leyes, creemos en los valores y los principios de la cultura cívica, por eso me considero técnico.

Felifer y Dulce Ventura disfrutan en primera fila de la pelea estelar. Arriba del ring, un payaso disfrazado de Batman es golpeado por un enmascarado en trusa ligeramente pasado de peso. Abajo, el compañero del payaso (payaso también) se refugia detrás de una señora para no recibir el castigo de su rudo rival de cabellera entintada. “Culeeeeeero, culeeeeeeero”, corea el público cuando el referí se distrae y deja de contar en favor de los técnicos. 

Probablemente Buñuel haya asistido a uno de estos eventos antes de declarar que México era un país surrealista. Vaya que la lucha libre es el espectáculo más colorido. Una explosión sensorial. Definitivamente, cultura nacional.

(Visited 119 times, 1 visits today)
Last modified: 29 abril, 2024
Cerrar