Autoría de 2:19 pm #Destacada, #Opinión, Eric Rosas - La Onda Plana

Cero tolerancia – Eric Rosas

La entrega de una de las dos partes del Premio Nobel de Física 2021 a Syukuro Manabe y Klaus Hasselmann, por el modelamiento del clima de la Tierra, la cuantificación de su variabilidad y la predicción confiable del calentamiento global causado por la intervención de los humanos, viene a poner de nuevo el dedo en la llaga y de manera oportuna, justo a unas cuantas semanas de que a fines de este mes de octubre tenga lugar en Escocia la vigésimo sexta Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la denominada COP26.

Salvo con la firma de aquel Acuerdo de París, realizado durante la COP del 2015, este congreso periódico de la comunidad internacional tradicionalmente ha quedado a deber a las altas expectativas que genera, restringiéndose solamente a buenos deseos y a declaraciones de compromisos a favor de la descarbonización de la industria, que comienzan a diluirse el instante siguiente a la clausura de los trabajos. Sin embargo, es muy probable que esta edición por fin nos entregue las acciones urgentes que nuestro planeta requiere para detener y revertir su calentamiento, y con ello brindarle a la humanidad una segunda oportunidad para continuar habitando la Tierra como la civilización inteligente que nos ufanamos ser.

Dada la intensificación de la virulencia y la frecuencia de los desastres naturales derivados del cambio climático, de los que hemos sido testigos de norte a sur y de este a oeste en el mundo durante los meses recientes, y que por igual han borrado poblados con las inundaciones y los deslaves padecidos en incontables países ricos y pobres de Asia, Europa y América, así como las eternas sequías o crudos inviernos que cada vez resentimos más en todos lados; parece inminente la adopción internacional de diversos impuestos que castiguen a aquellas industrias y países que insistan en la utilización ecocida de los combustibles fósiles.

Y es que, aunque los discursos populistas de algunos gobernantes logren filtrarse corrosivamente en parte de sus conciudadanos, la realidad en el mundo se devela cada vez con una mayor nitidez: estamos envenenando nuestro hogar y para salvarnos ¡debemos actuar ya! Ante este escenario que raya al borde del apocalipsis, es probable que la mayoría de las naciones ya no estén dispuestas a continuar tolerando la irresponsabilidad de otros países que, por ejemplo, insisten en despreciar la generación de energías limpias y renovables, y en cambio fomentan un uso retrógrado de combustóleo o carbón para la producción del fluido eléctrico.

Lamentablemente, en el peor momento posible, el gobierno federal ha colocado a México en la mira de la humanidad entera con la iniciativa de reforma a la industria eléctrica recientemente dada a conocer por el titular del Poder Ejecutivo federal. En el ámbito interno, esta aberración legislativa ya ha recibido la descalificación de todos los sectores ilustrados del país, pues la misma no cuenta con la más mínima virtud. Regresa a nuestro país medio siglo en el desarrollo de su sector energético, renunciando a las bondades de las nuevas tecnologías, como la fotovoltaica, la mareomotriz, la geotérmica, la eólica y la nuclear; sega cualquier ventaja competitiva que nuestra industria pueda alcanzar a causa de nuestra vecindad con la principal economía del mundo y arroja a los mexicanos al desastre económico que traerá consigo la resurrección del monstruo monopólico de la generación, distribución y comercialización de la electricidad por parte de una improductiva y obsoleta Comisión Federal de Electricidad (CFE).

Pero lo más importante es que la propuesta de antirreforma nos condena a la asfixia provocada por la contaminación rampante que producirá la CFE, al autorizarle que continúe quemando combustibles fósiles para inundar a México con una electricidad ennegrecida por el hollín. Aquí habrá una decisiva batalla legislativa que probablemente terminará zanjada en la Suprema Corte de Justicia a causa de la flagrante violación al derecho que las personas tenemos a gozar de un medio ambiente sano. Pero en el entorno exterior nuestros socios comerciales serán menos tolerantes con nuestra insensatez y con certeza recibiremos castigos ejemplares que ahondarán nuestra crisis económica.

Lo anterior, dicho sin aberraciones.

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Last modified: 7 octubre, 2021
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