NOTA: PATRICIA LÓPEZ NÚÑEZ/LALUPA.MX
A Paula la violaron dos hombres en un auto cuando tenía 15 años para quitarle lo lesbiana. A Alejandra la obligaron a asistir a retiros espirituales para curarla. Iván aseguraba, cuando era adolescente, que había asistido a terapias y le habían quitado lo gay. Lo decía por el miedo a vivir en soledad o a perder la vida. Todos son sobrevivientes de las falsas promesas de las terapias de conversión o los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual o Identidad de Género (ECOSIGs).
Organizaciones sociales de Querétaro iniciaron los trabajos para la conformación de una iniciativa local para prohibir esas terapias o ECOSIGs, que todavía se permiten en el estado pese a ser violatorias de derechos humanos y que ofrecen falsas curas para volver a ser heterosexuales. La propuesta se suma a iniciativas similares en otros estados y a la que existe a nivel federal en espera de aprobación.
A invitación del Frente Queretano por el Derecho a la No Discriminación y a Favor del Estado Laico, el director de la organización Yaaj México, Iván Tagle Durand, recordó que se tienen cinco años de espera de la iniciativa a nivel federal y recientemente lleva un año que las comisiones del Senado aprobaron el dictamen, “pero la Junta de Concertación Política tiene secuestrado el proyecto político para reconocer que esto es tortura”.
“No vamos a esperar ni un año más, este tipo de iniciativas para nosotros es una deuda histórica y esa reparación del daño que en este momento la Junta de Concertación Política tiene la posibilidad de hacer que esta iniciativa se vote”, añadió Iván Tagle.
Celebró la activación de iniciativas locales para no tener que esperar una década en ver si la federación tiene la voluntad para tomar medidas porque “pueden ahorrarnos una década de lucha para que no estemos estado por estado por estado, como ha pasado con el matrimonio igualitario y aún faltan muchos derechos a los que se debe acceder. Si un solo estado de la república sigue sin prohibir las terapias de conversión, la oferta siempre estará ahí para nuestros papás y nuestras mamás”.
Entre las propuestas de la iniciativa se encuentran sancionar delitos como la privación ilegal de la libertad, tortura, mayor violencia sexual por cuestión de género; además, se propone modificar la ley de salud y le quita la cédula profesional a cualquier profesional que promueva los ECOSIGs porque sus malas prácticas pueden orillar a los jóvenes al suicidio.
A nombre del Frente, que ya realiza cabildeos locales para prohibir estas terapias, el vocero Walter López señaló que las víctimas de los ECOSIGs suelen tener “entre los 13 y los 19 años, la edad más vulnerable para este tema”, así que se espera conseguir la suma de los legisladores queretanos para prohibir estas prácticas de tortura.
“Este es un tema de adolescentes, de jóvenes, por eso tenemos organizaciones de juventudes, hay que sensibilizar y darnos cuentas de que esto es inhumano, es tortura y debe quedar legislado. Nos gustaría que fuera ingresado por un grupo de diputados que entienden que no hay nada qué curar”, insistió Walter López.
A nivel federal no existe un registro de quiénes o qué instituciones ofrecen los ECOSIGs porque “no se ha reconocido el fenómeno y algunas ofrecen que en cuatro meses van a recuperar la heterosexualidad. En la mayoría de centros que tienen que ver con desintoxicación, anexos o drogas hemos estado haciendo un registro de los casos, pero son variados los procesos, los lugares, las formas y no necesariamente estas terapias se dan con un profesional de la salud mental, puede ser el carnicero, el oftalmólogo cualquier persona tipo coaching”, insistió Iván Tagle.
Las historias se cuentan por cientos, tal vez por miles, porque las terapias, afirmaron los activistas, no son tan ocultas como podría pensarse y operan incluso en el mismo centro de las ciudades.
Al contar su testimonio, Alejandra recordó que ella sufrió con las ECOSIGs cuando estudiaba la carrera de psicología y al director de su universidad le dijeron que era lesbiana. “Entonces a través e mis profesores y mi familia me llevaron a retiros espirituales y era obligatorio para la permanencia de las escuelas, eso me pasó cuatro años, un mes durante el verano y un mes durante semana santa para acceder al derecho a la educación”.
Sostuvo que esto es algo “que te va a acompañar toda la vida, no hay forma de que te repongas de eso, pero para aquellas personas que pudieran estar observando, les diría acérquense a las redes de apoyo, no hay nada qué curar, son personas valiosas y hermosas hemos coincidido. No me gustaría estar hablando de estas vivencias todo el tiempo, no es una elección. Ya no me repito por qué a mí, sino para qué a mí, para que ningún joven más tenga que pasar por lo que pasamos, y también porque estoy harta de este tema, porque me recuerda lo que me pasó y es extremadamente doloroso”.
Alejandra puntualizó que “cuatro de cada diez jóvenes están pasando por eso” y es importante entenderlas como personas que requieren apoyo jurídico pero se requieren herramientas jurídicas, sobre todo para mostrar que “Ser un LGBT es un acto de resistencia, esto tiene que parar y esto es el banderazo de salida”.
Paula tiene otro testimonio. “Cuando salí del clóset y fui invisibilizada en mi identidad, mi orientación. Dos hombres abusaron sexualmente de mí diciendo: te vamos a quitar lo pinche lesbiana. Me pasó a los 15 años, pude haber sido una cifra de ni una menos, ni una más o una cifra de crimen de odio. La red de apoyo que yo tenía en ese momento era inexistente, tuve que vivir con dolor en soledad por más de diez años, con intentos de suicidio, sintiendo vergüenza de ser quién soy, viví una adolescencia atormentada, mi adolescencia me fue arrebatada”.
Ser LGBT, comparó, es similar al temor que sentía la población en la pandemia. “Un enemigo invisible que te puede matar. Ese mismo sentimiento que sintieron cuando empezó la pandemia, lo hemos vivido toda la vida: cuidado porque si sales, puede existir un castigo, o la muerte, imponiéndonos un castigo que es la muerte”.