El inicio de año ha traído consigo una serie de noticias interesantes que tendrán un impacto a nivel internacional. Una de ellas es el aumento en las tensiones entre Beijing y Taipéi, situación que ha preocupado a muchos países aliados de la antigua isla de Formosa. Otra es el requisito que le han solicitado algunos gobiernos a viajantes de provenientes de China ante la proliferación de variantes del virus SARS CoV-2 en el gigante asiático. Pero otra es la integración de Croacia a la eurozona y al espacio Schengen.
A partir del 1 de enero, Croacia ha comenzado oficialmente a utilizar el euro como su moneda. No se trata de un evento cualquiera, sino un hito tanto para el país balcánico, como para la Unión Europea (UE). Ahora, Hrvatska, como se conoce en croata, se ha convertido en el vigésimo estado que conforma la eurozona, un espacio de peso a nivel global. De igual manera, al formar parte del espacio Schengen, los croatas adquieren una variedad de beneficios que tienen una serie de impactos.
Antes que nada, es importante abordar al euro. A partir del último tercio del siglo XX, los países de la entonces Comunidad Económica Europea habían considerado diseñar una divisa que pudiera ser utilizada por los estados miembro y así abonar a la integración económica y social europea. No obstante, fue hasta el 1 de enero de 2002 que esta divisa comenzó a ser utilizada por un puñado de países de la UE.
En su momento, no todos los estados miembros del conglomerado europeo de naciones contaban con los indicadores económicos establecidos para la adopción del euro. Sin embargo, poco a poco más y más países lograron llegar a los criterios de convergencia necesarios para hacer de esta moneda su divisa oficial. Hoy en día, en Europa, además de ser utilizado por los 20 países de la eurozona, otros estados lo usan con o sin acuerdo, como es el caso de Andorra, Kosovo, Mónaco, San Marino y El Vaticano.
Fuera del continente, muchos otros países más lo utilizan de manera extraoficial, sobre todo los cercanos geográficamente a Europa. De la misma manera, no sólo ha ganado posicionamiento en el comercio internacional, sino que cada vez más transacciones comerciales se realizan con esta divisa y muchos países, como México, la ha establecido como parte de sus monedas de reserva. Por ello, integrarse al euro resulta de enorme trascendencia para Croacia.
Los beneficios de la parte económica son evidentes para Hrvatska, pero otro componente de suma relevancia es la parte social. El euro fue pensado para que pudiera generar una integración económica y comercial en la UE, fomentando un proceso de regionalización, pero también para que fomentara la integración social en las personas de los países europeos, es decir, que aunara en el proceso de europeización que comenzó grosso modo desde la conformación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en 1951.
En este mismo sentido, el hecho de que Croacia se integre también al espacio Schengen permite potenciar esta integración social con los demás estados miembro de la UE al permitir la libre circulación de personas en los 26 países que conforman esta zona. Ello significaría una interacción más fácil y mayor entre croatas y personas de otras nacionalidades de la Unión.El resultado de estas dos partes, la económica y la social, es el fortalecimiento del proceso de regionalización, que ha probado ser significativo y único en su clase.
De esta manera, con la integración de Croacia a la eurozona y al espacio Schengen, la UE se fortalece internamente, puesto que sus estados miembro podrían colaborar de una mejor forma al estar en condiciones más similares entre sí, además de que el compromiso croata podría verse revigorado con ambas integraciones. Sin embargo, también el conglomerado de 27 naciones europeas se robustece al exterior al estar más estable y proyectar al globo una imagen de éxito en torno a la regionalización. Pero lo retos aún permanecen: ahora toca pensar en quienes continuarían la integración a la eurozona y el espacio Schengen.
