Gran parte del crecimiento de la precandidatura presidencial de la hidalguense Xóchitl Gálvez Ruiz se debe a méritos propios y, sobre todo, a que logró imponerse a las burocracias de sus “aliados”, el Partido Acción Nacional (PAN), el Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Ya he mencionado que la senadora no era la candidata que las dirigencias partidistas impulsaban; apostaban por un hombre o una mujer “institucional”, integrante de la “clase política” y con la confianza de que atendería sus indicaciones y, en caso de ganar, los arroparía.
Gálvez Ruiz se les coló a partir del día en que el presidente Andrés López le negó el acceso a Palacio Nacional.
Los dos errores
Ya con este escenario, las burocracias partidistas han hecho lo posible por controlar el proceso de nominación de su líder (lideresa) encargado (a) de la construcción del Frente Amplio por México (FAM).
En ese afán es que han incurrido en varios errores graves que podrían pasar factura al FAM.
El primero, cuando absurdamente echaron de la contienda a los dos postulantes del PRD; la decisión, tomada en aras de perfilar a sus “elegidos”, lastimó la relación con una parte del perredismo que decidió alejarse silenciosamente de la construcción frentista.
El error más grave, sin embargo, corrió a cargo (¡qué novedad!) del líder del tricolor, Alejandro Moreno Cárdenas (“Alito”), quien, seguramente en respuesta a los acuerdos cupulares partidistas, se adelantó y el miércoles pasado dijo que, en las encuestas, la priista Beatriz Paredes Rangel perdía por amplio margen frente a Xóchitl Gálvez, sugiriendo que se retiraría de la contienda.
Su comportamiento grotesco y mafioso lastimó los derechos de Paredes Rangel, pues impidió que fuera ella quien tomara la decisión y se pronunciara al respecto. Alejandro Moreno forzó la maquinaria, dañó la imagen de Beatriz y violentó el proceso electivo.
Los entretelones
La lógica nos dice que no actuó solo; que las dirigencias partidistas negociaron esta salida, en aras de reducir el riesgo de que la senadora del PAN se alzara con un triunfo más holgado sobre Beatriz, de tal suerte que el PRI quedara reducido a 10 o 20 por ciento de preferencias y, por ende, muy debilitado.
Hay quienes también aseguran que impedir la consulta ciudadana, programada para el pasado domingo, se debió al riesgo de que en ella se involucrara la delincuencia y/o miembros del “ala dura” de Morena para influir en los resultados.
La tercera versión se refiere a la incapacidad organizativa del FAM para armar una consulta de la magnitud que se había sugerido.
Cualquiera que haya sido el motivo para suspenderla, el hecho real es que el ingrediente principal y diferenciador (la consulta ciudadana) no se realizó.
Los partidos políticos integrantes del FAM han perdido la candidatura presidencial a manos de una empresaria que representa (o pretende representar) a la ciudadanía y no a esos partidos; representa a quienes anhelaban una candidata capaz de enfrentar al morenismo con probabilidad real de ganar.
El peligro, sin embargo, no ha terminado. Viene la etapa más complicada.
Además de la ofensiva innegable que seguirá desde Palacio Nacional contra Xóchitl, los partidos ahora pretenderán rodearla de “asesores”, de “políticos experimentados”, de “manejadores de redes sociales y de imagen” y, por supuesto, pretenderán apoderarse y repartirse los puestos restantes de elección popular y, si triunfa Xóchitl, también del gabinete.
La travesía de Gálvez apenas comienza. Su fortaleza deberá encontrarla en involucrar más y más ciudadanía en el Frente y que sea ella, la ciudadanía, la que –ahora sí– participe en la toma de decisiones. El complemento es mantenerse en el perfil que hasta ahora ha mostrado. Ni más ni menos.
De no ser así, el FAM pasará a la historia como un fracaso más de las oposiciones.
Juan José Arreola de Dios
Periodista/Comunicación política
Twitter: @juanjosearreola
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–Ruedan veloces los días políticos mexicanos en un tiempo revuelto y furioso. ¿Qué va a suceder en la elección presidencial de 2024? Sepa la bola. ¿Cuál es nuestra responsabilidad como ciudadanos, periodistas, académicos, intelectuales, palabreros, críticos con partido y sin partido, con causa y sin causa, con ideología, creyentes y agnósticos? Cada quien responda con sus palabras, acciones, omisiones y votos. ¿Cómo extender la mirada crítica hacia todos lados, empezando por nuestra propia casa política? Pienso, cordialmente. Q, Presidentes, 5-IX-2023.