Autoría de 9:38 pm #Destacada, Por el gusto de ser queretanos • 7 Comments

Tuvieron que salir de Venezuela, pero trajeron a Querétaro sus sueños y su sabor

HISTORIA Y FOTOS: BRAULIO CABRERA/LALUPA.MX

Por un momento imagina perder tu familia, tu casa, tu calle, tu ciudad, tu país. Tener que meter tu vida en una maleta porque la policía te sigue de cerca, porque no te dejan ponerle gasolina a tu coche para ir a trabajar, porque la policía, en una de esas, te va a matar.

Así fue para Yocelin Guillen de Mendoza, su esposo, su hija, su hermano y sus dos papás, quienes tuvieron que dejar Venezuela por oponerse al régimen madurista. Sin embargo, entre sus pertenencias contrabandearon todo su bochinchito (fiesta), sus sueños y su sabor.

Yocelin

Hoy, todos trabajan en diferentes negocios o empresas, y son dueños del restaurante “Tricolor, comida venezolana a domicilio”, un consulado culinario que los hace sentir que siguen en su tierra, con su gente.  “En Venezuela ninguna familia está unida, todos andamos en diferentes países. Tenemos parientes en Perú, en Colombia, en EU”, comenta Yocelin.

Originarios de Trujillo, región andina de Venezuela, Yocelin y su familia llegaron en agosto de 2019. Su hermano había viajado a México dos años atrás y, estando aquí, pidió refugio a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).

Imagen de Trujillo, Venezuela

“Mi hermano, Jesús Enrique, estudió diseño gráfico en Venezuela y, al egresar, viajó a México. Estando acá metió su solicitud de asilo y se quedó en casa de un amigo que acabó corriéndolo, dejándolo en la calle. En aquel entonces sólo tenía 22, estaba chamito”, cuenta Yocelin.

Un año después, los papás de Yocelin y Jesús Enrique vinieron de visita a México, pero jamás regresaron a su país, como lo recuerda Mireya Cañizsalde de Guillen, mamá de Yocelin: “Se supone que veníamos 3 meses y ya vamos para la cuarta navidad aquí. Como no lo habíamos planeado, ni tuvimos oportunidad de despedirnos de nuestras familias o de nuestros amigos. Sin embargo, para nosotros la decisión más difícil fue dejar de ver a mi nieta Grecia, que estaba chiquitica de 2 años apenas”.

Mireya

Para Yocelin y su esposo, Neil, la decisión fue todavía más dura. Desde hace más de una década, la pareja ha cuidado de Norquis Parra, prima de Yocelin, quien es prácticamente su hija. Cuando dejaron Venezuela, ella tenía 13 años.

“Yo estaba dividida, si venía a México tenía que dejar a mi hija encargada, y si me quedaba mis papás no verían a Grecia y ella crecería sin sus abuelos. Hemos intentado varias veces traer a Norquis, pero el gobierno no quiere emitirle su pasaporte, hemos perdido el dinero al menos tres veces”, confiesa Yocelin.

“Por eso, cuando yo llegué a México, tenía el corazón deshecho. Haber tenido que dejar mi casa, mi familia, mis amigos, mi ambiente, a mi niña. Además, los primeros meses no conseguíamos trabajo ni un lugar propio para vivir. Hemos pasado bastante roncha pero, gracias a Dios, ya estamos más estables”, añade.

Jesús Enrique siempre había querido tener un restaurante que combinara la cocina venezolana y la mexicana. Cuando llegó toda la familia, y ante las dificultades iniciales, les propuso poner ese sueño en marcha: así nació “Órale, qué rico”.

“Yo no sé cocinar mexicano, menos porque íbamos llegando. Pero instalamos el restaurante y funcionó unos meses… hasta que empezó la pandemia. En realidad, fue entonces que pegó, porque lo pusimos en nuestra casa y a domicilio, mucha gente nos hacía pedidos”

“Nosotros llegamos a México a trabajar, pues a eso estamos acostumbrados, no a ponernos la mano en la quijada ni a echar varilla. Eso sí, hemos trabajado de todo, en tiendas, en limpieza, en el restaurante, como uber. El trabajo dignifica a uno como persona”, complementa Doña Mireya.

El 10 de diciembre de 2021, casi dos años después de comenzar el proyecto, abrieron su restaurante “Tricolor”, ahora especializado en comida venezolana. Ubicado en prolongación Zaragoza #1111 (col. El Fortín), Tricolor es un lugar para identificarse con la cultura, con las costumbres, con Venezuela.

“Compartimos Venezuela con muchas personas. Eso es lo que más nos ha ayudado a adaptarnos a Querétaro, ha bajar la añoranza, aquí llegan otros venezolanos, colombianos, mexicanos y, de algún modo, así drenamos lo que sentimos”, comenta Yocelin.

“Todo mundo que nos visita se va satisfecho, descubren nuevos sabores y se van contentos. Esa es la gratificación que uno siente, más allá de lo monetario”, agrega Doña Mireya.

La carta de Tricolor es extensa: desde las tradicionales arepas o las empanadas, hasta los tequeños, unos dedos de pan rellenos; las cachapas, hotcakes salados, rellenos de queso; los patacones, tortas, pero en vez de pan, las tapas son de plátano frito; las mandocas, plátano macho empanizado y frito. Incluso pepitos, unas deliciosas baguettes rellenas de carne, queso, jamón, tocino y aderezos.

Además, cuentan con bebidas como el popular Maltín, el agua de papelón con limón (piloncillo con limón) o el jugo de pachita (maracuyá). Con frecuencia, también, preparan postres venezolanos de temporada.

“Mantener el restaurante no es fácil, a veces llegan grupos o pedidos grandes y ya no sé si estoy haciendo una empanada o una arepa. Además, pasé de trabajar en una tienda, donde tenía mucha vida social, convivía con todo mundo, echábamos cuento, salíamos a compartir, a estar en el restaurante sola o con mi mamá nada más”, admite Yocelin.

“Querétaro me gusta mucho, es muy bonito, muy tranquilo y muy seguro… Tanto que, en ocasiones, es un poco aburrido. Nosotros venimos de una cultura rumbera, yo le digo a mi esposo: “concha, aquí se pasan de tranquilidad, uno no puede hace bochinchito (fiesta) porque a la primera llaman a la patrulla”, comenta riendo.

Yocelin y Mireya cuentan que algunas frutas, verduras, quesos y embutidos mexicanos les gustan mucho más que los venezolanos. También dicen que las bebidas como el tequila, el mezcal y la cerveza son muy buenos aquí, especialmente la Barrilito, que es la que más se parece a la Polar, venezolana.

Sin embargo, otro reto para toda la familia ha sido adaptarse a la sazón mexicana, especialmente a que todo lleve picante. Igualmente, a que se use tanto la tortilla de maíz nixtamalizado en vez del “PAN”, harina de maíz precocida, básica en Venezuela.

“En Venezuela nos gustaba mucho ver programas de comida y, en muchos, aparecía la comida mexicana. Al verla, pensábamos que era cosa de otro mundo… al llegar a Querétaro, nos dimos cuenta de que depende del estado, más bien. La gastronomía aquí no es tan amplia como en Oaxaca o en Yucatán, por ejemplo”.

No obstante, a los queretanos les ha encantado la cocina venezolana que se ofrece en Tricolor. Además, para consentirlos, se les ofrece un aderezo con habanero, que Yocelin confiesa ser incapaz de probar.

“Tenemos un cliente, un profesor de la universidad, que viene casi cada semana y siempre pide lo mismo, la empanada de pabellón (queso, carne y plátano). Cuando termina dice que la siguiente ocasión probará algo nuevo, pero vuelve y pide lo mismo”, cuenta Yocelin.

“También hay un señor que se lleva las arepas a casa para poderles poner su salsa picante. Incluso, nos pasó algo curioso con una clienta de Tabasco que, por algún motivo, conoce muchos de los ingredientes que utilizamos, resulta que la cocina de allá y la venezolana se parecen mucho”, dicen a la vez madre e hija.

A pesar de todo el trabajo que han hecho aquí, la familia coincide en que, en cuanto tengan la oportunidad, desean regresar a su país. A diferencia de mucha gente que deja Venezuela, ellos no vendieron su casa pues “así sea en algún lugar del mundo, tienen una casa propia”.

“Así Venezuela se esté cayendo, queremos estar ahí. Nuestro plan es, en nombre de Dios, ahorrar dinero un par de años, regresar y montar el restaurante allá. Queremos enviar a las niñas a la universidad. Así estaremos los cuatro juntos de nuevo, Norquis, Grecia, Neil y yo”, comenta Yocelin.

“También mi esposo y yo queremos volver, pasar nuestra vejez allá. Incluso tenemos a nuestros papás vivos, ya muy mayores y queremos estar ahí si nos necesitan. Entendemos que es una decisión fuerte, aquí lo tenemos todo”, agrega Mireya.

“Mi hija, Grecia, adora su Venezuela. En la escuela a todo mundo le dice que ella es venezolana, a pesar de haber crecido en México. Cuando le toca compartir refrigerio, ella lleva su tequeño, su tajada y todos los niños le preguntan y se maravillan”, concluye Yocelin.

“Tricolor, comida venezolana a domicilio” es más que un restaurante. Detrás de cada arepa está la familia Guillen preparando los alimentos, sus proveedores de ingredientes especiales para que tenga la verdadera sazón, la vida que están construyendo aquí, la gente que se quedó en Venezuela y los sueños de regresar.

Siendo Querétaro una ciudad de caminos, un hogar para gente de tantos lados, Tricolor y los Guillen son grandes queretanos, con ganas de compartirse con la ciudad, una arepa a la vez.

Si te interesa visitar a la familia Guillen y probar la comida de “Tricolor”, te dejamos la información aquí:

Dirección: Prol. Zaragoza #1111, Col. El Fortín, Corregidora, Qro.

Teléfono: 4427241214

Menú digital: https://queresto.com/Tricolor

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Last modified: 7 enero, 2023
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